Calle principal de Bilwi, tras paso de Huracán Iota. Fotografía: Tomada del Twitter del periodista Gilberto Artola.
La noche del lunes 16 de noviembre, fue sin duda la noche más larga para muchos habitantes de Bilwi y otros del Caribe Norte, que aún no se reponen de ese temor que les infundió el paso del Huracán Iota, igual que le ocurrió a la directora del Centro por la Justicia y Derechos Humanos de la Costa Atlántica (Cejudhcan), Juana Bilbano.
“Una noche de desesperación, de tristeza, de impotencia, solo oía el sonido del mar. La tristeza de las madres es una noche terrible, larga”, resume Bilbano que fue el paso del Iota por Bilwi y ella miraba «como que no avanzaba el reloj “.
Daysi George, por su parte, lo describe como momentos “muy aterradores, momentos interminables”.
“El techo pareciera que habían más de 200 caballos corriendo encima”, explica George como escuchaba sobre su techo el golpe de los vientos a 250 kilómetros por hora provocados por el huracán en su paso por Bilwi. La conversación con ambas fue sostenida por mensajes por mensajes de voz ante la difícil comunicación
Dos días después del paso del Iota, en Bilwi aún hay problemas de energía eléctrica, donde el servicio es parcial y la comunicación telefónica es inestable, tampoco cuentan con servicio de agua potable y algunos refugiados debieron regresar a sus comunidades porque los albergues donde se encontraban no tenían ni siquiera letrinas.
Bilbano conoció, que en los albergues más seguros que existían en Bilwi, la prioridad fue para los militantes del partido oficialista, pues quienes se acercaban a ellos les pedían mostraran el carnet de militante para permitirles el acceso a los mismos.
“Había momentos en que en los albergues más seguros para poder que la gente llegue allí pedían carnet, ese de la afiliación, para dejar entrar, así que mucha gente como no tenían carnet tenían que regresar e irse a sus vecinos. Gracias a Dios, no tengo un registro que diga que haya habido muertos, pero supuestamente si hay al lado de Layasiksa”, dijo la defensora de derechos humanos.
Hubo casos de escuelas públicas que sirvieron de albergue, que los comunitarios llevaron su propio material para reforzar las aulas, aseguró Bilbano.
Temor y desesperación
“En Bilwi es lamentable, la gente está en shock, algunos llorando porque no tienen a donde ir, del albergue tiene que salir porque no tiene que comer, hay gente que está muy mal”, dijo Bilbano
La mayoría de los albergues que estaban disponibles fueron iglesias y escuelas que ya estaban dañadas por el paso del Eta, que había impactado el Caribe Norte, menos de dos semanas antes, “el equipo del gobierno no apoyó como debería la gente preparó los albergues”, refiere Bilbano.
Por ejemplo, los comunitarios de Tuapi se autoevacuaron por miedo al mar, mientras los de Krukira una parte fue evacuada, pero señala Balbino, “los dejaron en una escuela sin agua, sin comida y sin letrinas”.
“La gente no pudo aguantar después del huracán regresaron a sus casas, y cuando llegaron a la comunidad de Krukira sus casas estaban desbaratadas, más o menos un 60 % de esa comunidad las casas fueron destruidas”, afirma la defensora de derechos humanos..
En caso de las comunidades del sur como Haulover, sitio donde nuevamente entró el huracán “está desparecido”, allí dice Bilbano, “la laguna con el mar se puso una sola, antes era tierra firme abrieron una barra nueva, y comunidad deshabitada (…) la gente está en un albergue no puede regresar”.
Hay más comunidades afectadas, Las comunidades del Litoral Norte, como Aguas Tara, Pájara, Pácara, Tákopra y Sandy bay, todas esas comunidades quedaron afectadas. Ahora la afectación es mayor, por ejemplo el muelle está totalmente destruido las casas que estaban a orillas desaparecieron.
Hasta este miércoles, la directora de Cejudhcan, no cuenta con información sobre las comunidades de Waspam, porque la señal telefónica está muy mal aún y no hay comunicación con comunidades Río Coco.
Sin hospital
La situación empeora porque el municipio de Puerto Cabezas no cuenta con hospital en medio de una emergencia, pues el hospital local Bello Amanecer, había sido dañado por el Huracán Eta y las autoridades de salud improvisaron uno en las instalaciones de Inatec, que también resultó afectado por el impacto de Iota.
Debido a ello, en medio de los primeros efectos del Huracán Iota, los enfermos fueron trasladados a la casa del Gobierno Regional que no presta las condiciones para atención de pacientes.
“Urge alternativa, los enfermos no saben dónde ir, es un problema gravísimo”, sostuvo la defensora de derechos humanos quien mencionó como también grave que la gente no pudo abastecerse de agua en cantidades suficientes, la que se escasea para tomar y teme que mucha gente empiece a enfermar por diarrea, sobre todo los niños. A esto se suma la falta de prevención de la pandemia del COVI-19.
Daysi George, miembro de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, señaló que “todo mundo sabía que iba a ser devastado”, sobre todo que el 3 de noviembre el Huracán Eta destruyó una buena parte de la Costa Caribe.
Sin embargo, “no había preparación tampoco información de alerta para que la gente supiera la magnitud del huracán (…) es triste porque hay muertos desde niños, adultos, que los tienen como top secret, ¿cómo van a jugar con el dolor humano? Eso también debemos verlo con responsabilidad”, sostuvo George.
“Lo más doloroso fue que la gente de Bilwi y la gente de las comunidades que llegaron en busca de refugio tampoco recibieron la protección real. Todos los centros de refugio que se suponía que después de haber pasado un huracán y con la intensidad que todo mundo sabía que entraba con categoría cinco los techos no fueron reforzados, la gente estaba sin protección bajo lluvia, esto es doloroso”, manifestó George.
Según indicó George, “todavía las calles están con toda la destrucción y la basura que hemos sacado”, señaló George, quien afirmó que ”desearía de todo corazón que dejaran de lado las cuestiones partidarias y se solidarizaran con las personas afectadas como Estado, como un gobierno que responde por el bien común de sus conciudadanos y no verlo como propaganda política”.
El martes 17 de noviembre, un día después, Rosario Murillo aseguró, que no hay registro de pérdida de vidas en las zonas del impacto del huracán y únicamente constató que en Bilwi una persona resultó con una herida en la cabeza, “pero una cosa leve, como consecuencia de un ladrillo que cayó de un muro, de una pared”.
También anunció para el Caribe Norte que desde el Ministerio de la Juventud, y del INTA, preparan los llamados bonos tecnológicos “para ir allá, a las zonas afectadas, para sembrar, cultivar y cosechar alimentos”. También habló de un programa de instalación de pequeños sistemas de riego”, que necesitan en las épocas secas.
“Aunque nos parezca que es difícil enfrentar las aguas, esas aguas también traen bonanza, porque nos dejan los campos más fértiles. Pequeños sistemas de riego para cultivar hortalizas en la Costa Caribe. Todo esto vamos a estarlo dando a conocer, pero ya está ese Plan, afirmó Murillo el martes, cuando también dijo que “ya tenemos allá los miles de planes techo en el Caribe Norte, en Las Minas; tenemos cocinas también, para distribuir a las familias que han perdido sus enseres”.
“Ya dispuestos a salir, en cuánto bajen las aguas, el Río Wawa sobre todo es el que siempre nos dificulta el tránsito”, agregó Murillo.
23 territorios y 294 comunidades afectadas
Un reporte preliminar realizado por Amaru Ruiz, de Fundación del Río, sobre los territorios Indígenas directamente impactados por el Huracán Iota, indica que por su trayectoria el ciclón generó un impacto directo en al menos en 23 territorios indígenas, los que albergan a un total de 294 comunidades, conformadas por un estimado de 147,459 personas y que clasifica en seis territorios de la etnia Mayangna, once territorios de la etnia Miskitu y tres territorios conformados por ambas etnias.
“Muchos de estos territorios ya habían sido impactados por el huracán Eta hace 13 días, lo que supone un riesgo aun mayor para la situación de esta población vulnerable. Las lluvias generaron alteraciones directas de los caudales de ríos como: Río Coco, Río Ulang, Río Wawa, Río Kukalaya, Río Prinzapolka y el Río Grande de Matagalpa, donde se asientan estas comunidades y en algunos casos incluso sobre las riveras de estos ríos principales.
Por lo que los impactos que enfrentan estas comunidades indígenas están asociadas a crecida y desborde de los ríos por la intensidad de las lluvias, fuertes vientos que generan daños en viviendas y suministros eléctricos, cierre de vías de comunicación, y comunicación telefónica. Igualmente las marejadas ciclónicas en zonas costeras, deslizamientos de tierra producto de la saturación de humedad en los suelos.
“Es importante mencionar que existen otros territorios indígenas y afrodescendientes tanto del Centro, Pacifico y Norte del país como de la costa caribe sur que también están sufriendo los efectos del huracán Iota, sobre todo asociados a los procesos de inundaciones y desbordes de ríos”, señala Ruiz.
También el paso de Iota ha tenido impacto directo principalmente en las áreas protegidas de la Costa Caribe Norte del país, y que Fundación del Río identifica 17 áreas impactadas, que incluyen 15 Reservas Naturales, incluyendo la mayor parte de la Reserva de Biosfera de Bosawas, Parque Nacional, Reserva Biológica Marina, lo cual representa el 23% del total de las áreas protegidas y unas 905,031 hectáreas de impacto, lo que representa el 29% de la superficie de las áreas protegidas del país.
Por ejemplo, la trayectoria del Huracán Iota afectó áreas protegidas con ecosistemas frágiles que se encuentran en las alturas de más 1,000 metros sobre el nivel del mar, algunas siendo las más altas del país pues los vientos de categoría 4 generan afectaciones importantes a los bosques de pino y de árboles propios de los humedales, además tienden a derribar árboles de bosque tropical como hemos vistos en fenómenos anteriores más recientes como Otto y Félix.
A su vez, la muerte de la fauna acuática por poca oxigenación y arrastre de sedimentación en ríos también puede ser causada por el paso de un ciclón como Iota.