Sandinistas en la Plaza de la República, el 19 de julio de 1979. Fotografía tomada de La Prensa.
En su carta de despedida, tres días antes que los sandinistas ingresaran triunfantes a la entonces Plaza de la República, el dictador Anastasio Somoza escribió: “He luchado contra el comunismo y creo que cuando salgan las verdades me darán la razón en la historia”. Para
Ahora Noel Valdez, conocido como comandante Brack, considera que fueron “palabras proféticas (…) porque salió peor la medicina que la enfermedad».
«Es probable que en el 79 con el gobierno de (Anastasio) Somoza el problema era político pero no económico, hoy todos estos factores junto a su decadencia (…) es causa del mal gobierno y de la anarquía que ha representado Ortega gobernando desde arriba, en medio, y de abajo y de todos lados a los nicaragüenses”, expresa Valdez.
Y es que el comandante Brack y su familia pudo conocer en carne propia tan solo tres años después del triunfo de la Revolución Sandinista, la represión contra productores y campesinos lo que le llevó pese a su corta edad de 12 años, a involucrarse con la Resistencia Nicaragüense.
“Yo no estaba acostumbrado a ver a mi mamá y a mi papá presos” , dice Valdez, quien recuerda que al igual que sus padres muchos productores fueron llevados a la cárcel.
“En el campo todo era militarizado, todo mundo andaba armado con AK y de uniforme del Ejército, de las milicias populares, de los CDS (Comité de Defensa Sandinista), de la Juventud Sandinista, del MICOIN quitándoles la comida a los campesinos”, recuerda Valdez.
En ese momento el gobierno sandinista impulsaba el reclutamiento forzoso del Servicio Militar, a esto se sumaban las confiscaciones y el racionamiento de la comida.
“Había un entorno completamente crítico, difícil, que representaba una amenaza para la seguridad ciudadana, la seguridad de la familia”, dice Valdez, quien señala que esa fue la causa por la cual miles de campesinos pasaron a integrar la Resistencia Nicaragüense.
“Ortega tiene las manos llenas de sangre, bajo su mando reclutó a miles de jóvenes para mandarlos a las montañas a combatir a los campesinos”, dijo Brack, quien recuerda que las edades de los miembros de la contra oscilaban entre 10 y 25 años.
Sandinistas no obtuvieron victoria militar
En un extracto de una entrevista ofrecida en 1989 por el entonces embajador de Estados Unidos en Managua Lawrence Pezzulo, y que que forma parte del Digital National Security Archive y publicada en Nicaragua por LA PRENSA en julio de 2001, este afirmó que “los sandinistas no ganaron una victoria militar”, sino que en los pueblos y ciudades fue el pueblo que se armó.
“La idea de que ellos habían ganado una victoria militar no era verdad. El pueblo nicaragüense se alzó en armas y quería destituirlo (a Somoza) y sucedió que ellos eran, los sandinistas, la vanguardia armada de eso. Pero ellos nunca derrocaron a Somoza”, comentó Pezzulo en ese entonces.
El 16 de julio de 1979, en dos párrafos Somoza escribió su renuncia “irrevocable” dirigida al Congreso Nacional en parte de la misma dice en uno de ellos que “he decidido acatar la disposición de la Organización de los Estados Americanos y por este medio renunció a la presidencia a la cual fui electo popularmente”.
Al día siguiente de haber puesto su renuncia el 17 de julio, a las 3:00 a.m, según Pezzulo, Somoza abandonó el país.
“Mi teoría es que Somoza tenía miedo de que si la Guardia se enteraba de que él se iba, ellos lo habrían matado”, indicó Pezzulo en esa entrevista. Y fue así que Somoza dejó como presidente interino a Francisco Urcuyo a quien la idea de permanecer en el poder le duró menos de dos días.
“Estoy seguro que Ortega no es capaz de poder tener esa misma actitud y esa disposición de respetar las leyes, respetar la Constitución Política, de respetar la comunidad internacional y de respetar los derechos humanos, mucho menos la vida”, refiere Valdez.
Esto le lleva a hablar de la situaciòn actual: “Estamos en una situación complicada, que aquí los nicaragüenses solo unidos y organizados podemos soportarlo y enfrentarlo para lograr la verdadera libertad que Nicaragua necesita en estas circunstancias”.
Para Valdez el 19 de julio “representaba la esperanza para el pueblo nicaragüense para vivir en libertad y democracia, con justicia, pero estas aspiraciones fueron traicionadas” y el costo en vidas y sangres “es elevado”.
En la década de los 80 los nicaragüenses, principalmente los jóvenes y los campesinos, debieron poner más de cuarenta mil muertos y después del abril de 2018 a la fecha más de 329 personas fueron asesinadas “bajo el mismo sistema de gobierno”, apunta Valdez.
Mientras el país sigue en atraso económico y social, político y cultural, lo que le lleva a concluir que este 19 de julio “no hay nada que celebrar”.