Opinión Portada

A 61 años de la masacre estudiantil en León

El 23 de julio de 1959 la dictadura de la familia Somoza cometió uno de los actos más cobardes y criminales de su tenebrosa historia, al usar a su ejército pretoriano, la Guardia Nacional, para disparar contra una manifestación de estudiantes indefensos que recorría las calles de León en actitud de protesta cívica y reclamo de libertad y democracia.

 Cuatro compañeros nuestros: Erick Ramírez, Mauricio Martínez, José Rubí y Sergio Saldaña, resultaron asesinados entonces, y más de 60 quedarían heridos recuerda en un pronunciamiento la generación del 23 julio.

Luego, otros participantes en esa marcha, consecuentes con sus ideales, entregarían sus vidas luchando en las montañas contra la dictadura, entre ellos Jorge Alberto Navarro, Francisco Buitrago y Oscar Danilo Rosales.

Y entre aquellos compañeros debemos recordar también a Fernando Gordillo y Manolo Morales. Nació entonces la generación de la autonomía universitaria, que fue la generación del 23 de julio, bajo el lema “A la libertad por la universidad”, creado por el rector Mariano Fiallos Gil, padre de esa misma autonomía.

De aquel hecho criminal de 1959 se cumplen en esta fecha 61 largos años, durante los cuales Nicaragua ha vivido momentos de lucha y esperanza por establecer esos valores de libertad y democracia, a costa de muchísimas vidas, sobre todo, vida de jóvenes, pasando por una revolución que intensificó como nunca esas esperanzas, que también significaban enterrar para siempre todo régimen despótico y dinástico cimentado en el fanatismo y en la corrupción.

La historia de Nicaragua sigue repitiéndose. Ha continuado la entronización en el poder de una sola persona y su familia; las violaciones flagrantes a la Constitución Política, la sujeción de los poderes públicos a la voluntad de esa familia; los fraudes electorales, los pactos para repartirse cuotas de poder y de curules, y los actos de corrupción.

La rebelión cívica iniciada en abril de 2018, encabezada por una juventud valiente, decidida y plena de ideales patrióticos, demostró que la llama del 23 de julio de 1959 nunca se apagó, aunque esta vez, la cuota de jóvenes indefensos sacrificados multiplicó por 100 la de aquel entonces, con una carga mayor de heridos, prisioneros políticos y perseguidos; una represión desmesurada que obligó al exilio a miles de nicaragüenses y mantiene ilegalmente en la cárcel a decenas de jóvenes.

Hoy, un atropello más está en marcha, porque el régimen de la familia Ortega, en lugar de defender a los ciudadanos de los efectos de la pandemia provocada por el Covid-19, ha desoído de manera inhumana todas las voces científicas que han llamado a la prevención del contagio, y más bien lo han promovido, con las consecuencias catastróficas que estamos viendo, y que han significado la muerte de miles de personas, incluyendo -por no recibir la protección debida- las de un crecido número de miembros del personal médico y otros trabajadores de hospitales y centros de salud.

 Todos los firmantes fuimos parte de la revolución, “esa revolución perdida”, como la llamó Ernesto Cardenal, que triunfó el 19 de julio de 1979, veinte años después de aquella masacre estudiantil, y que dio al traste con la dictadura de la familia Somoza. Y, gran paradoja de la historia, hoy vemos cómo la familia Ortega ha sucedido a la dictadura familiar de Somoza.

Fieles al legado de nuestros compañeros caídos, cuya memoria y ejemplo son tan caros para nosotros, respaldamos todas las acciones que sean necesarias para formar un solo frente común y plural de lucha, en el que se respete la identidad de cada una de las fuerzas, movimientos o partidos integrantes, todo para conseguir la democracia y la libertad, y el derecho de los nicaragüenses a elegir a sus gobernantes sin trampas ni engaños; una sola fuerza política diversa y unitaria, que por la vía cívica pueda conquistar un cambio definitivo para Nicaragua, contrario a todo caudillismo y a toda forma autoritaria o familiar de gobierno, sin monopolio de partidos ni ideologías excluyentes.

Debemos luchar todos juntos, e invitamos a todos a hacerlo, por un régimen de derecho basado en el imperio de la Constitución y las leyes, y en el pleno respeto a los derechos humanos, a la libertad y a la dignidad de los nicaragüenses.

Los firmantes son:

  • Humberto Lacayo Dubón
  • Julio López Miranda
  • Vilma Núñez de Escorcia
  • Celan Ordoñez 
  • Irela Prado Hernández
  • Sergio Ramírez Mercado
  • Luis Rocha Urtecho
  • Leticia Saavedra
  • Alejandro Serrano Caldera
  • Joaquín Solís Piura
  • Arnoldo Toruño Toruño
  • Carlos Tünnermann Bernheim
  • Ricardo Zambrana Díaz
  • Siguen más firmas

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