Opinión Portada

Situación de la libertad de prensa en Nicaragua


Por Elizabeth Romero


El ejercicio de la libertad de prensa que va de la mano con la libertad de expresión son derechos establecidos en la Constitución Política y condiciones indispensables para una democracia.

La libertad de prensa no puede ser desligada de la situación sociopolítica que atraviesa el país, y fue uno de los derechos que el régimen empezó a violentar de forma sistemática y a pasos firmes desde 2007 cuando Daniel Ortega retomó la presidencia, lo que empezó con restricciones como impedirnos el acceso a ciertas coberturas oficiales y la exclusión total a los periodistas a todo tipo de actividad de instituciones aunque públicas,  pero controladas por el régimen, ha llegado a extremos insospechados.

Hace cuatro años en un foro similar advertía de la difícil situación a la que nos enfrentábamos y que ante la falta de esos espacios el periodismo independiente, por temor ya recurría a la autocensura, lo cual era peligroso.

Poco a poco los espacios para el periodismo independiente se habían cerrado en detrimento de la libertad de prensa. Pese a que en el segundo Examen Periódico Universal (EPU), el tema ameritó recomendaciones de algunos países, esto fue pasado por alto por el régimen.

A la centralización de la información oficial, la falta de acceso a información pública, o a espacios de instituciones estatales así como  a entrevistas particulares de funcionarios, que en la práctica era censura, se sumó el acoso, hostigamiento, estigmatización, descalificación, desprestigio, e incluso espionaje de los que algunos fuimos víctimas y, como lo sufrí personalmente durante varios años por la cobertura periodística que realizaba de algunos temas sensibles para el régimen, mientras me desempeñé como periodista de LA PRENSA hasta enero del presente año.  

Sin embargo, antes de abril de 2018, las amenazas y agresiones de las que podían ser víctimas los periodistas estaban ante una posibilidad de riesgo, en la actualidad, ejercer el periodismo independiente en Nicaragua para alcanzar el derecho efectivo de la libertad de prensa se ha convertido en una profesión de alto riesgo.

Desde el 18 de abril hemos visto que el periodismo independiente fue uno de los sectores objetivizados por los grupos afines al régimen, y que se tradujo en ataques, robos de equipos, asedio, amenazas, secuestro, el exilio forzado de decenas de periodistas independientes y el asesinato de Ángel Gahona y cuyo caso aún sigue en la impunidad.

 A esto agregamos, la quema de instalaciones como ocurrió con Radio Darío, ocupaciones ilegales de instalaciones en el caso de Confidencial y 100 % Noticias y la negativa para que los medios escritos puedan sacar de Aduanas el material necesario para que puedan seguir operando.

Y sin lugar a dudas uno de los casos más dramáticos es el de los secuestrados y exiliados. En el caso de los secuestrados está el de Lucía Pineda y Miguel Mora, reconocidos profesionales de la comunicación que nunca debieron haber sido secuestrados y permanecer por 133 días en condiciones inhumanas, en cárceles destinadas para peligrosos delincuentes, por el hecho de ejercer la labor y libertad de pensamiento.

Periodistas y Comunicadores de Nicaragua (PCIN), junto a Grito Por Nicaragua, OCUPAINSS, Cultura Libre, ha  impulsado la iniciativa #Voces en Libertad, a través de la cual solicitan a Amnistía Internacional impulse acciones a nivel internacional  a favor de Pineda y de Mora como presos de conciencia que permita lograr su libertad inmediata.

Al caso de Lucía y Miguel por el ejercicio del periodismo, se ha sumado el caso del periodista de Masaya Marlon Powell, quien ya fue acusado por una serie de delitos entre ellos terrorismo.

El otro caso grave es el de los exiliados como ya decía más de 60, de estos más de 23 mujeres que a causa del asedio y amenazas y en el caso de las mujeres incluso amenazadas con violarlas se vieron obligados a abandonar su patria y salir al exilio, donde una mayoría pasa penurias inimaginables, pero con la convicción y compromiso de seguir informando y denunciando las violaciones de derechos humanos contra el pueblo. No obstante, mantienen la esperanza que el retorno sea pronto.

Son verdaderos tiempos difíciles. Jamás pensé que con el solo hecho de presentarse como periodista ante un funcionario o autoridad tu vida estaría en peligro. Pero es la realidad a la que a diario se enfrenta el periodismo independiente y muy en particular los periodistas que se desempeñan como corresponsales.

Y quiero poner de ejemplo una frase que me dijo el  Día Nacional del periodista el primero de marzo, el periodista del Caribe Sur, Jesús Salgado para radiografiar lo que sufrían: “se ha satanizado esta profesión, al extremo que hoy debemos preguntarnos si continuar ejerciendo la profesión o conservar nuestra vida para no exponernos en un entorno de hostilidades”.

En años anteriores inmediatos no habíamos alcanzado estos niveles de peligros para el periodismo independiente como experimentamos desde abril 2018 a la fecha, muchos hablan de una libertad de prensa secuestrada, un concepto que bien podría debatirse, pero coincido con otras voces , como la del relator especial de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Edison Lanza, que estimó que la libertad de prensa en Nicaragua enfrenta una situación “sombría”, como lo dijo este primero de mayo en una sesión del Consejo Permanente de la OEA, esto porque si la libertad de prensa estuviese secuestrada del todo, el país estaría completamente silenciado, desinformado y aún no lo han logrado.

La libertad de prensa no está secuestrada porque pese a los altos niveles de riesgo por la crisis enfrentada en el país el periodismo independiente, tanto desde afuera como desde adentro sigue batallando por superar esas barreras, para eso innova y le saca el mejor provecho a los espacios que nos quedan con la internet y las redes sociales para lograr difundir lo que pasa en el país.

No se calla la verdad asesinando periodista, no se mata la verdad secuestrando y exiliando periodistas.

Intervención durante el evento promovido por PEN capítulo Nicaragua y Fundación Violeta Barrios de Chamorro.


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