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“Nunca había visto el odio tan de cerca”, expresa padre Román

Dos años después de la agresión perpetrada contra sacerdotes en la Basílica San Sebastián, de Diriamba, el párroco de Masaya, padre Edwing Román no olvida “el odio” que vio reflejado en el rostro de los atacantes que enardecidos se abalanzaron contra ellos.

Desde que ingresaron al sector de Carazo, Román precisa que se apreciaban grupos de paramilitares armados y fanáticos llevados “en portátiles” a esa zona.

”Nunca había visto el odio tan de cerca”, aseguró el padre Román desde su cuenta de Twitter, quien explica que ese día en lo personal se vio rodeado de alrededor de seis paramilitares y en un momento “me vi en medio de un tumulto donde me rodearon a mi. Nunca lo había visto en carne propia”.

Allí, dijo el sacerdote cualquiera les pudo asestar “un bayonetazo, un cuchillo y nadie se daría cuenta, quien lo pudo haber hecho. Allí pudo haber un disparo y matar a alguien y nadie se iba a dar cuenta quién era”.

Tras referir que “el odio demuestra debilidad de una dictadura” queriendo intimidar al pueblo, a su criterio, ese día allí estaban gente azuzada, de las cuales muchas eran mujeres.

Él observó a un grupo de hombres con cascos y pasamontañas, que “levantaban la mano y azuzaban y la gente que repetía lo que ellos les decían, eran fanáticos, personas que tal vez por toma tierras tenían que hacer eso, por un interés”. El sacerdote tiene la esperanza que ahora esa gente esté arrepentida por eso.

Los sacerdotes encabezados por el cardenal Leopoldo Brenes, su Obispo Auxiliar, monseñor Silvio Báez, junto al Nuncio Waldemar Stanislaw Sommertag, acudieron a ese lugar ante las informaciones de persona refugiadas en la Basílica que no podían salir porque eran asediadas por las turbas orteguistas.

El día anterior había ocurrido la masacre con la llamada Operación limpieza, contra los tranques en ese departamento. Lejos estaban de pensar de la forma violenta en que serían tratados.

El padre Román relata como ingresaron al templo en medio de insultos y agresiones físicas contra sacerdotes y periodistas independientes.

Recuerdos están frescos

Román señala muy bien todo lo relacionado a la golpiza y heridas causadas a monseñor Báez por uno de los exaltados atacantes, igual que a monseñor Miguel Mántica, así como la agresión y robo al fotoreportero Carlos Herrera e igual “como salpicó la sangre que le hicieron estallar de un puñetazo”, al periodista Jackson Orozco, ahora en el exilio.

Cortadura causada a monseñor Silvio Báez por los atacantes en el interior de la Basílica San Sebastián. Fotografía: Tomada de Twitter.

En esa ocasión desde su cuenta de Twitter monseñor Báez escribió: “Lo que menos importa es lo que hayan hecho hoy contra nosotros, los golpes y la herida que sufrí. Es mucho más grave lo que sufre nuestro pueblo, y hoy más que nunca la Iglesia estará al lado del pueblo, de quienes no tienen voz, de los que no tienen fuerza para pedir auxilio”.

Dos años después desde esa misma red social el Obispo Auxiliar desde el exilio recordó: “Hoy hace dos años, el 9 de julio de 2018, al día siguiente de la masacre en Carazo, obispos y sacerdotes fuimos agredidos por turbas y paramilitares orteguistas en Diriamba, cuando llegamos para liberar a las personas que se refugiaban en la Basílica San Sebastián”.

Otro que desde su cuenta de Twitter recordó lo sucedido fue el representante de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH), Álvaro Leiva Sánchez , quien indicó: “Hace dos años, la iglesia de Diriamba fue escenario de otra profanación cometida por paramilitares y turbas sandinistas contra obispos y defensores de derechos humanos. Fui testigo y víctima de la brutal agresión. Hechos como este jamás deben repetirse en la nueva Nicaragua”.

Román vio como las turbas se llevaban a un joven sacerdote, señala que él agarró a un paramilitar y le descubrió el rostro, le quitó el pasamontaña y le increpó por qué se tapaba y otro paramilitar entró en defensa y le hizo una cortadura en el brazo a Román. El sacerdote dice que recuerda muy bien el rostro de ese paramilitar.

Román  precisa que la situación calmó un poco hasta que el Nuncio sacó su teléfono celular y llamo a Rosario Murillo a quien le dijo que en su calidad de diplomático le garantizara seguridad en la Basílica. Fue posterior a esa llamada que agentes de la Policía del régimen se presentaron para acordonar el lugar, rememoró Román.

“Yo creo en un Dios que es amor y perdón (…) pero lamentablemente muchas de esas personas han fallecido de manera trágica, esas personas fanáticas que ofendieron, han muerto de manera trágica, lógicamente no hay que alegrarse y queremos que estas personas se hayan arrepentido por participar de todo”, expresó el párroco de San Miguel.

Tras dos años de la Operación limpieza, Román  conoció por lugareños de Jinotepe que mientras este miércoles participaban en una celebración religiosa en memoria de los asesinados, pasaron turbas orteguistas burlándose “y gozándose de las muertes, por el dolor de la gente que perdió a sus hijos”.

Y esto, dijo el sacerdote pese a que el mismo régimen “dice que es cristiano, pero uno de los Mandamientos de la Ley de Dios dice No matarás y se mata no solamente con armas blancas, con armas de fuego, se mata con la lengua, se mata con desprestigio (…) se contradicen en el eslogan que ellos promueven”.

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