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Libro Blanco Evidencias de un Estado totalitario: Violaciones de DD.HH en las universidades públicas de Nicaragua, revive el dolor entre sus protagonistas

“No solo nos expulsaron de la universidad, nos persiguieron, nos asediaron, nos alejaron de nuestras familias ”, estudiante expulsada en agosto de 2018, del quinto año de Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas en la UNAN Managua, aseguró Alejandra Centeno, durante la presentación del Libro Blanco, Evidencias de un Estado totalitario: Violaciones de Derechos Humanos en las universidades públicas.

El libro suscrito por diversas organizaciones estudiantiles y de la sociedad civil, fue presentado de forma virtual por Bianca Jagger, defensora de derechos humanos y representante de la Fundación Pro Derechos Humanos Bianca Jagger, quien destacó la importancia de la autonomía universitaria en el país e hizo  un llamado a los nicaragüenses a que “no podemos permitir este abuso de poder”, por parte del régimen que ha permitido asesinatos, persecución de los campesinos, de mujeres,  de periodistas, de políticos opositores y de la iglesia católica.

El exsecretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Paulo Abrao, valoró que el  libro es una parte de esa reparación y servirá en su momento para sacar elementos probatorios muy importantes cuando las condiciones para la justicia estén dadas, podrán ser utilizados para procesar y responsabilizar a aquellos que han violado los derechos humanos.

“Nos será muy  importante cuando sigamos buscando encontrar los caminos para promover la justicia en el país, sea por medios de procesos de justicia transicional, sea por medio de identificación de oportunidades en materia de jurisdicción universal, sea por medio de los casos que se están tramitando en el ámbito  de justicia internacional a través del sistema interamericano de Protección de los derechos humanos”, manifestó Abrao.

Centeno habló de la trascendencia y las repercusiones de las expulsiones de los universitarios con lo cual  “truncaron nuestros proyectos de vida, pusieron en stop nuestros sueños y en ese momento no quitaron las pocas respuesta que a nuestra edad tenemos sobre el futuro”. Y sobre todo, dijo, por haber sido tildados como delincuentes y terroristas por parte de las autoridades universitarias. 

La estudiante expulsada expresó, que el gran pendiente que existe con los expulsados no acabará hasta que puedan retornar a Nicaragua y donde “las autoridades que nos expulsaron de una manera injusta nos pidan una disculpa pública y reconozcan que nada de lo que han dicho es verdad”.

14 de julio 2018. El encuentro de sobrevivientes del ataque a la Iglesia Divina Misericordia con sus familiares: Fotografía: Archivo de Antonio Ramírez.

“Nunca se nos avisó que habíamos sido expulsados”, sostuvo  Centeno, quien al igual que otros expulsados está en el exilio, ella consideró que la expulsión “fue un golpe muy duro para el movimiento estudiantil, y para nosotros como individuos, en primer lugar porque era un asunto moral y en segundo lugar porque esto hacía que el movimiento estudiantil tenía que reconstruirse desde fuera de las universidades”.  

Por su parte Nahiroby Olivas, uno de los estudiantes cuyo testimonio incluye el Libro Blanco, habló de que son más de 140 expulsados y de cómo el régimen les ha cerrado los espacios, por lo cual destacó la  importancia del libro para denunciar la represión y en contra de “esa normalidad que quieren decretar en Nicaragua”.

Olivas destacó, que no solo los estudiantes fueron afectados con las medidas represivas en las universidades sino profesores y médicos que impartían clases en las universidades y reconoció también la labor desempeñada de otros estudiantes asesinados así como de quienes están en el exilio.  Olivas recordó que en un inicio los estudiantes demandaron la autonomía universitaria luego exigieron también democracia en el país.

 Levis Artola Rugama, también desde el exilio, recordó que la represión alcanzó a toda la comunidad universitaria donde aún otros siguen silenciados por temor a ser despedidos. Coincide con Centeno en que la expulsión representa “sueños truncados y de vidas destruidas,  es recordar el rostro agonizante y desangrado de Gerald Vásquez un 13 de julio en la Iglesia de la Divina Misericordia“.

Recordó cómo en la universidad todos los espacios políticos estaban cerrados, donde a él en su momento le tocó discutir con los de la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN),  sobre todas las cosas que estaban haciendo mal, “un sistema corrupto, y el sistema sindical afín al Frente Sandinista para mantener cooptado los espacios de participación dentro de la universidad”.

“Y a eso es a lo que nos referimos antes de 2018, es un plan institucional del Frente Sandinista que no se ha manifestado simplemente en los años del regreso al poder de Daniel Ortega en 2006, sino más bien desde la revolución, han trabajado para desmontar todo lo que signifique resistencia estudiantil a un plan autoritarista del Frente Sandinista”, dijo Artola Rugama.

Bianca Jagger: «Podría haber perdón en Nicaragua cuando haya justicia»

Por su parte Jagger: “No quiero que olvidemos, ni olvido y si permiten ustedes ni perdón, solo podría haber justicia, solo podría haber perdón en Nicaragua cuando haya justicia”, dijo Jagger, quien aseguró: “Me he hecho una promesa de ayudar a los estudiantes”. Y expuso la forma en que las autoridades universitarias expulsaron a los estudiantes pasando por encima de normas internas, leyes nacionales, constitucionales e internacionales y sobre todo a la autonomía universitaria en represalia por la participación de los jóvenes en las protestas sociales.

Lo más importante que ocurrió en abril de 2018 fue que los estudiantes recordaron la importancia de luchar por la democracia, expresó Jagger.

Abrao recordó que él estuvo en los días mas duros de “aquella revolución ciudadana” que se producía en Nicaragua  y que fue tan gravemente afectada y reprimida de manera atroz, deshumana, autoritaria y dictatorial por parte de un régimen “que no sabe  lidiar con  la diferencia, con la pluralidad, libertad, especialmente con la de los jóvenes que se constituyen en una fuerza especial, especialmente el movimiento estudiantil como una fuerza de rebeldía que siempre busca nuevas y mejores condiciones de vida para su generación y generaciones futuras a partir de las experiencias  que viven”.

Abrao resaltó la lucha del estudiante universitario, en Nicaragua, que  “para mi uno de los casos más emblemáticos, esta experiencia joven en Nicaragua, uno de los casos más emblemáticos de una posibilidad de transformación, de una posibilidad concreta de un vivir, de un mensaje de esperanza en el sentido de que las cosas pueden cambiar hay gente determinada para hacerlo”.

Sucesivas violaciones a los derechos humanos

Sobre lo que ocurre en Nicaragua, dijo Abrao, “el pueblo de Nicaragua ha vivido sucesivas violaciones a los de derechos humanos, las más complejas”, como la afectación al propio derecho a la vida, a la integridad física, a la libertad, a la salud, a la justicia, (…) a la libertad de expresión, al acceso de información, derecho de información, de manifestación,  de derecho de defender derechos, entre otros.

Al tiempo que recordó Abrao, que los sectores que han sido más afectados “por ese estado policial de generalizada violación de derechos humanos”, son aquellos que se han posicionado al lado de las libertades, de la vida humana,  Los periodistas, las mujeres, los familiares de las víctimas, los  campesinos, los miembros de la oposición política, los líderes religiosos, organizaciones de derechos humanos y en particular los estudiantes que siguen cumpliendo en ese proceso.

En abril de 2018 los estudiantes dejaron las aulas de clase para unirse a las protestas sociales. Fotografía: Archivo Antonio Ramírez.

“Si hay un grupo que tiene autenticidad en ese proceso, que tiene toda una disposición muy auténtica, muy genuina de transformar su país, por el deseo de un futuro mejor para sus conciudadanos, sus familias, por ellos mismos, para sus hijos en el futuro, son los jóvenes del país”, resaltó Abrao, tras apuntar: “Es ahí que está depositado nuestras esperanzas de una Nicaragua libre, de una Nicaragua nueva que pueda enmarcarse dentro del marco de  los principios internacionales de protección  de derechos humanos y de los principios de respeto a las  libertades y de los principios democráticos”.

El exfuncionario de la CIDH, recordó que personalmente estuvo dentro de las universidades durante la visita que como integrante de la Comisión de la CIDH estuvo en Nicaragua,  donde conversó con muchos jóvenes, que luego algunos de ellos fueron encarcelados, otros perdieron la vida y otros debieron optar por  el exilio,   

“Hay una deuda histórica de hacer cumplida, de hacer saneada especialmente con estos jóvenes porque está en ellos depositada la esperanza de una transformación y de enfrentamiento a este estado policial, a este estado totalitario, de excepción y en ese estado policial que se caracteriza por todo el uso excesivo de la fuerza pública para reprimir, para allanar, para censurar para detener a las personas cuando intentan regresar a su país (…) a este estado de excepción debemos siempre estar denunciando”, aconsejó Abrao.

 Y mencionó que “el horizonte de justicia en Nicaragua es complejo como aquellos países que pasan por regímenes autoritarias y requiere de implementación de medidas para disparar procesos de transición democrática y para a partir de estos procesos intentar garantizar justicia, verdad y reparación para las víctimas”.

No descartó Abrao, que a medida que se acerquen las elecciones de noviembre en Nicaragua, aumente la tendencia de represión en el país y por tanto estimó que 2021 “no será un año fácil” , lo cual, consideró, exige de toda la población un estado de movilización, de mucha tensión y organización para enfrentar esa escalada represiva por la que pasa Nicaragua.

La dura vida del exilio

Rosalía Miller, de Nicaragua Freedom Coalition,  destacó que de más de 700,000 nicaragüenses por todos el mundo y entre estos están más de 100,000 en el exilio, con una mayoría joven que debieron dejar a su familia, porque fueron amenazados con encarcelamiento y muerte. Los exiliados pasan una serie de necesidades básicas, pues muchos de ellos no tienen la suerte de haber encontrado un empleo, dijo.

Solo en 2019  más de 20, 000 nicaragüenses huyeron hacia Estados Unidos, de estos 14,000  detenidos en la frontera, cuatro mil han solicitado asilo. Y otros cuantos lograron cruzarse, afirmó Miller.

“Esta vida de exilio es un drama innecesario, verdaderamente son imperdonables los crímenes que (Daniel) Ortega ha cometido”, apuntó Miller, quien refirió que la diáspora hace uso de cabildeo con miembros del Senado, del Departamento de Estado, de la Organización de Estados Americanos (OEA); “empujando la idea que la democracia debe ser restituida en Nicaragua comenzando con elecciones libres y transparentes”.

Miller manifestó su esperanza que muy pronto el pueblo de Nicaragua “despierte a un amanecer donde exista la democracia y la justicia”.

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