Opinión Portada

Lectura del discurso «dariano» del dictador

Por Oscar Carrión Orozco

Un discurso vacío, etéreo y ridículo pretendiendo criticar modelos y sistemas electorales cuando él gobierna de facto por la fuerza de sus fraudes, ilegalidades, fusiles y paramilitares con más de un centenar de presos políticos y más de 100 mil exiliados.

Ortega divaga senilmente tan mal que ni siquiera se ajusta al ridículo discurso, ritmo y coherencia que le recomienda su tutora Murillo y pretende dibujar pajaritos en el aire queriendo encantar a los incautos y tratando de borrar todo el daño que le ha hecho a centenares de familiares de asesinados, lesionados y desaparecidos desde Abril 2018.

Cree que sus cuentos de sirena sobre la economía colapsada y sobre nuevos refritos de supuestas grandes inversiones, va a engañar a sus propias bases residuales de cara a un nuevo fraude en Noviembre 2021.

Habla como si estuviera seguro de que va a seguir gobernando de facto en 2022 según él y lo hace precisamente para anunciar de nuevo que no tiene intenciones de abrir espacios de libertad y democracia; más bien reafirma sus pretensiones de un régimen despótico, dinástico y vitalicio, y desde ahora les anuncia a sus ex socios empresariales de los cuales varios le hacen el circo, que en 2022 con él nuevamente gobernando, se sentarán de nuevo conforme la Constitución Política; entiéndase conforme al nefasto pacto corporativo prebendario.

El dictador le hace ojitos y le mueve la cola al imperio creyendo que pudieran tener mejores relaciones políticas en este nuevo escenario, evitar el desconocimiento e ilegitimidad de su régimen ante la comunidad internacional y persigue a toda costa la evasión de nuevas sanciones, la anulación o suspensión de otras ya impuestas y pretende con la ayuda de sus socios-cabildeadores, que se restablezcan las cosas al 17 de Abril 2018.

De Ortega y Murillo esa conducta absurda no es extraño, lo extraño es que de parte de algunos sectores opositores complacientes que sólo están enfocados en reformas y elecciones, aunque el dictador ni siquiera muestra voluntad política para ello, no obstante varios se disputan desde ya las candidaturas sin que a la fecha existan las condiciones apropiadas incluyendo las precondiciones elementales para que se suponga que las elecciones pudieran tener algún nivel de transparencia, libertad, justeza, validez, legitimidad y credibilidad a nivel interno e internacional.

La oposición funcional debe de dejar de hacerle el juego a Ortega Murillo y centrar sus esfuerzos en recuperar la lucha originaria de Abril 2018, de identificarse con las aspiraciones de los presos políticos y familiares demandando su salida inmediata, de urgir el retorno de los organismos internacionales de derechos humanos para garantizar el retorno seguro de miles de exiliados previo desarme de los paramilitares y cese del asedio, persecución y atropellos de parte de la policía sandinista sancionada.

Este no es momento de candidaturas sino de restablecer la identidad de la lucha con los anhelos de miles y millones de afectados por el régimen sandinista. Si acaso después de conectar al pueblo con sus aspiraciones se lograran tener condiciones apropiadas y se concurriera a un gran espacio de unidad sin la pretensión de parte de ciertos núcleos en dirigir la lucha que ellos no han logrado manejar bien a lo largo de casi tres años, entonces podríamos quizás hablar de candidatos y elecciones previo proceso de primarias amplias que reflejen la democracia que tanto demandamos de la dictadura.

Por lo pronto no se entusiasmen tanto que Ortega los huele a kilómetro de distancia y su desesperada ansiedad electorera solo produce que el dictador haga muchas menos concesiones si es que acaso las hace.

*El autor es jurista /analista político e integrante del Bloque Democrático

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