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El riesgo de ser periodista en Nicaragua

La FVBCH considera que en Nicaragua ejercer periodismo
se ha convertido en una profesión de alto riesgo – Fotografía: Antonio Ramírez

El ejercicio del periodismo en Nicaragua representa retos y riesgos de todo tipo, situación que se ha agudizado en los últimos diez meses.

Desde antes de abril del 2018 los periodistas independientes ya sufrían el espionaje, la descalificación y, el desprestigio a través de redes sociales y medios afines al régimen.

Con la crisis sociopolítica que sufre el país los hombres y mujeres de prensa se enfrentan al desempleo, así como a amenazas que ha llevado a más de 60 de ellos al exilio, a la cárcel como sucede con Miguel Mora y Lucía Pineda y a la muerte como ocurrió con Ángel Gahona.

«El periodismo es libre o es una farsa» – Fotografía: Antonio Ramírez

Asedio y desprestigio

Jesús Salgado, periodista del Caribe Sur, ha sido víctima del asedio constante, amenazas, hostigamiento en lugares públicos, y campañas de desprestigios y burlas, hasta tildarlos de «periodistas golpistas».

«He visto perjudicada mi salud por las constantes amenazas anónimas que realizan, llamadas telefónicas y vigilancia del CPC del barrio», señala Salgado.

A esto le suma Salgado la situación de sobrevivencia a la que se enfrenta, porque su trabajo de consultorías y producción ha disminuido desde la salida de las ONG en la región.

«Uno todos los días se juega la vida y la de sus familiares» comenta una joven periodista que por seguridad pidió el anonimato y que considera que
desde el 18 de abril informar con veracidad se convirtió en un delito.

Fotografía: Antonio Ramírez

Víctima por ejercer su labor

El periodista de Onda Local, Julio López, una de las primeras víctimas del 18 de abril cuando grupos parapoliciales agredieron un plantón el 18 de abril en Camino de Oriente, estima que informar con rigor en Nicaragua es considerado una amenaza para el régimen Ortega-Murillo, que no acepta críticas.

«Las agresiones se han intensificado en el último año y hacer periodismo independiente se ha vuelto una labor muy peligrosa. Pero seguimos ejerciéndolo por convicción y compromiso social», sostuvo López.

«Ser periodista en Nicaragua ya era una amenaza, desde que se consolidó el estado partido y se monopolizaron los medios de comunicación al servicio del proselitismo político, (y) se castigó a quienes critican sus políticas», refiere por su parte Salgado.

El periodista caribeño considera que «se ha satanizado esta profesión al extremo que hoy debemos preguntarnos si continuar ejerciendo la profesión o conservar nuestra vida para no exponernos en un entorno de hostilidades».

Vídeo: Jesús Salgado y Neyda Dixon

Tensión laboral

Eduardo Cruz, periodista del Diario LA PRENSA, refiere que a partir de abril la situación para el periodismo independiente ha empeorado.

Los riesgos del trabajo reporteril empeora cuando la actividad que deben cubrir está vinculada a simpatizantes del régimen.

Y describe entre los peligros que enfrentan a diario: el robo de teléfonos celulares o grabadoras, golpes y asedio. A esto le suma la tensión laboral que se vive en las redacciones. Y pone el ejemplo la empresa donde labora donde, dice Cruz, «la tensión es palpable».

«El periodismo está viviendo momentos difíciles en Nicaragua, como no se había visto en mucho tiempo, como no se había visto tal vez en los años 80 y aún desde la época de la insurrección contra (Anastasio) Somoza», sostiene Cruz.

«La prensa honesta es la artillería de la libertad» – Fotografía: Antonio Ramírez

La Fundación Violeta Barrios de Chamorro (GVBCH), en su último informe sobre la situación para el ejercicio de la labor periodística hasta diciembre del 2018 señala que en Nicaragua el periodismo «se ha convertido en una profesión de alto riesgo».

Y ha llegado a niveles «de casi criminalizar» el ejercicio de la profesión.

Hasta ese período la FVBCH registra 712 casos en contra de 418 víctimas de ataques, agresiones, amenazas, difamación, censura entre otros.

Ejercen desde el exilio

Aunque desde el exterior hay periodistas que siguen reportando sobre la crisis que vive el país, tal como si continuaran aún aquí.

Leticia Gaitán y Yelsin Espinoza, exiliados en Costa Rica debido a la persecución de la que eran víctimas en Nicaragua, explican lo difícil que representa para ellos ejercer el periodismo, pero lo hacen como parte del compromiso con su profesión y con la población.

En el exilio «se trabaja con las uñas», dice Espinoza.

Uriel Velásquez, de Despacho 505, espacio digital creado entre periodistas que optaron por refugiarse en España, refiere que pese a las barreras y obstáculos siguen adelante para mantener informada a la población.


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