Opinión Portada

El plan político del régimen Ortega Murillo y el COVID -19

Por Óscar-René Vargas / 20 de marzo de 2020

El plan de Ortega-Murillo frente al coronavirus es una apuesta a su permanencia en el poder hasta el 2021. El mayor riesgo, a su apuesta, es que se produzca una combinación en el tiempo de la crisis sanitaria severa y la profundización de la recesión económica.

La decisión del régimen Ortega-Murillo de no tomar medidas recomendadas por OMS, OPS y el sentido común, tiene un cálculo político. Sin embargo, si la crisis sanitaria se vuelve severa en el transcurso del año, existiría el peligro para que el régimen termine cayendo antes de las elecciones en el 2021.

Después de haber subestimado la epidemia irresponsablemente durante más de tres semanas, el dúo Ortega-Murillo corren el peligro de hundirse al no haber tomado en cuenta la gravedad de la amenaza, lo cual repercutiría en su contra al no proyectar la imagen de gobernantes preocupados por sus conciudadanos.

El coronavirus ya está acá. Sólo es cuestión de tiempo para que propague. El sistema de salud no tiene la más mínima capacidad de respuesta. Ni siguiera hay en los hospitales mascarillas proveer al personal que labora. El jabón líquido sí hay un día, dos no. El alcohol gel no hay en las farmacias de los hospitales.

El coronavirus es lo suficientemente contagioso como para pasar de un puñado de casos en diciembre 2019 en China a una pandemia mundial en marzo 2020. Se calcula que cada persona infectada les pasa el virus a otras dos o tres personas.

El Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos advierte de que el coronavirus permanece tres horas suspendido en el aire, cuatro horas en el cobre de las monedas, un día entero en el cartón y de dos a tres días en el plástico o en el acero inoxidable de un grifo.

Pese a la confirmación del coronavirus en Nicaragua, el régimen no anuncia ninguna medida preventiva.

El régimen sigue promoviendo actividades públicas con aglomeración de personas, organizando marchas, caminatas por la paz, desfiles de estudiantes en diferentes ciudades del país, etcétera, contraviniendo las indicaciones internacionales para evitar la propagación del virus; es también una decisión política, aun cuando pareciera pérdida de la razón del dúo, o perversidad contra un pueblo que los adversa, o intentos de crear una situación catastrófica para luego aparecer como salvadores y recomponer su imagen pública.

Hay varias explicaciones posibles de la estrategia implementada. La primera es la de tratar de convertir la grave crisis política que el régimen enfrenta, en una crisis de salud pública que logre quebrantar a los ciudadanos y coloque en segundo o tercer plano su animadversión política hacia el régimen.

La segunda, es la de impedir que la publicitada recuperación económica y la avalancha de turismo, inversiones, etcétera, con los que sueñan el dúo Ortega-Murillo, queden empantanados por la pandemia.

La tercera, es que ambos gobernantes quieran provocar un desastre sanitario, para ganar popularidad con operaciones de salvataje ante el sufrimiento general del pueblo. Sin embargo, también existe la probabilidad que sufran el rechazo a Somoza Debayle a raíz del terremoto de 1972 y que inició el fin de la dictadura somocista.

Mi temor es que por falta de medidas preventivas se entrara en una fase 4 del coronavirus, cuando la pandemia se vuelve muy severa. La fase 4 implica aplicar un “código de guerra sanitario”; es decir, los médicos deciden qué paciente en estado grave ya no debe vivir. Por lo tanto, el “código de guerra sanitario” significa la aplicación de la eutanasia decidida por el personal médico por orientaciones del régimen Ortega-Murillo a través del Ministerio de Salud.

La región no puede permitir un foco descontrolado del coronavirus en el centro de Centroamérica. Nicaragua no se puede aislar, somos tierra de paso, y los países vecinos tienen la obligación de presionar para evitar el descontrol de la pandemia. La estrategia del régimen de no tomar ninguna medida preventiva, no puede ser tolerada. Para controlar la pandemia tiene que haber una estrategia regional y coordinada.

Si el coronavirus entra en la fase 4 en Nicaragua como en Italia, por la falta de prevención, no hay defensa que valga, lo que sería muy negativo para los otros países centroamericanos, por eso tienen la obligación de presionar a través del SICA o el BCIE para que el régimen Ortega-Murillo adopte las medidas recomendadas por la OMS y evitar la propagación incontrolada del virus.

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