Opinión Portada

El poder y la manipulación de la verdad


Por Oscar-René Vargas


Frente a la diversidad de conocimientos y desconocimientos, hay tres modos de alimentar ignorancia por parte del régimen Ortega-Murillo en la fase de la manipulación de la verdad, para que la población no conozca cómo sucedieron los hechos desde abril 2018 a la fecha.

El primer modo de alimentar la ignorancia reside en atribuir exclusivamente el monopolio del conocimiento verdadero a la versión del poder, y, por consiguiente, despreciar a todos los demás como variantes de ignorancia. La lógica del poder es tapar todo, actuar dando protección o impunidad.

El poder trata de inducir a los ciudadanos a creer que lo más importante son las noticias o conocimientos que el poder presenta, con la intención de que no tengan un discernimiento de la realidad sociopolítica.

Este modo produce un tipo de ignorancia: la ignorancia apática o displicente; es decir, incentivar la ignorancia de quien no sabe o no quiere saber que hay otros modos de conocimiento, con otros criterios de rigor. Es la lógica de avivar de la indiferencia frente a los problemas del país.

Con ese objetivo se ataca a los medios de comunicación independientes, ya sea persiguiendo a periodistas, cerrando medios de comunicación, y bloqueando los insumos necesarios para la publicación de los medios escritos.

La dictadura piensa que es posible generar la ignorancia apática cuando el poder tiene suficiente supremacía en los medios de comunicación televisivos, para imponer su versión de los hechos como la única verdad.

El segundo modo de alimentar la ignorancia consiste en promover la amnesia colectiva de olvido, por medio de una amnistía política promovida por el gobierno, a través del control de la Asamblea Nacional.

En Nicaragua la amnesia colectiva ha sido activada con frecuencia en los últimos cincuenta años por diferentes gobiernos, sobre todo cuando se ha pasado por períodos de conflictos sociopolíticos.

Estos conflictos, que a menudo se tradujeron en guerras civiles, protestas sociales o insurrecciones, produjeron miles de víctimas entre muertos, heridos, desaparecidos, exiliados y personas internamente desplazadas.

En el proceso posconflicto, fuerzas sociopolíticas diferentes impulsan, por diferentes razones, la amnistía para que la verdad no sea plenamente conocida, dando origen a la impunidad.

Ya sea porque la verdad es demasiado dolorosa y obligaría a un profundo cambio del sistema económico y político, o porque desnudaría los asesinatos cometidos por las fuerzas policiales y los paramilitares, la amnistía busca proteger a funcionarios públicos, paramilitares y policías involucrados en la matanza de los últimos meses.

Por cualquiera de estas razones, el régimen ha escogido la paz podrida, a la justicia; se prefiere la amnesia y el olvido a la memoria. Se produce así: la ignorancia indulgente, oficiosa o complaciente.

El tercer modo de alimentar la ignorancia en la población consiste en la producción activa y consciente de la ignorancia, a través de la producción masiva de conocimientos de cuya falsedad son plenamente conscientes; por ejemplo, la mentira del inexistente “golpe de estado” o los culpables del asesinato del preso político Eddy Montes Praslin en la cárcel La Modelo.

Se produce conocimiento falso para bloquear la emergencia de conocimiento verdadero a partir del cual sería posible superar la ignorancia. Es el deseo de falsear la realidad, es el dominio de las “fake news” (noticias falsas). Es la ignorancia malévola o perversa.

Lo que estamos seguro es que las operaciones implementadas de “noticias falsas” y “falsos positivos” se hicieron y se hacen con la conciencia y convicción de que la cúpula del poder las ordenó para impedir que por una carta caiga el castillo de naipes.

En esta categoría se encuentran los “falsos positivos” que el régimen Ortega-Murillo emplea para el arresto o la condena de personas inocentes, o ejecuciones extrajudiciales por parte de organismos policiales y paramilitares, o las condenas establecidas por los jueces, cuando los inocentes son acusados de ¨terroristas”.

En los últimos días el régimen ha hecho aparecer armamentos y cadáveres, precisamente para manipular la verdad y tratar de convencer a su base social que ha perdido en el último año, al rechazar los asesinatos, de que se luchaba contra un golpe de estado.

El impacto de estos tres tipos principales de ignorancia inducida, es convergente, pero diferenciado. Todas contribuyen a producir y/o sostener al régimen dictatorial y permitir la impunidad.

La ignorancia apática hace imposible la democracia, en la medida en que se impide que otros saberes, conocimientos y pensamientos contribuyan a la profundización de la democracia y del discernimiento.

La ignorancia complaciente retira del conocimiento general los temas sobre justicia, represión e impunidad a través de la amnistía; por lo tanto, la práctica democrática es vista por amplias capas de la población como un juego de élites, como una disputa interna entre los poderes fácticos.

La ignorancia malévola priva a la población de los hechos tal y como sucedieron y, al hacerlo, convierte la buena fe de las víctimas en jugadores ingenuos o extras, en un juego perverso donde la población siempre pierde. El régimen ha promocionado diversos documentales para tergiversar la verdad y permitir la impunidad.

No hay que menospreciar la capacidad del régimen de manipular la verdad, serán burdos los montajes y falsificaciones, pero tienen redes y medios para llegar a amplios sectores de la población e inducirlos a la ignorancia perversa.

De esa forma, el régimen Ortega-Murillo utiliza todos los medios a su alcance para engañar, usar y manipular a la población, y arrastrar, en base a mentiras y falsos positivos, a decenas de paramilitares a reprimir, torturar y asesinar a los ciudadanos que protestan o se manifiestan pacíficamente.

La “nueva clase” o la “nueva oligarquía”, encabezada por Ortega-Murillo, envía a los paramilitares a matar por los intereses del círculo íntimo del poder. El régimen sigue fabricando “informaciones” falsas para crear una “causa belli” que justifique la represión y la militarización generalizada. Esas falsas noticias o mentiras sólo pueden ser advertidas por ciudadanos muy avisados e informados.

La difusión de datos y hechos falsos en los medios de comunicación oficialistas, la campaña de ataques y demonización de los líderes sociales, los juicios plagados de irregularidades, la distorsión de la legalidad estricta o el debido proceso y la judicialización de las decisiones del régimen, se han transformado en un método de persecución que va más allá de los estrados judiciales en el marco de una nueva táctica de guerra no convencional.

La imagen proyectada del régimen es fantasmagórica. El precipicio profundo lo certifican los hechos, el despeñadero inminente, la profundización de la recesión económica. La ineficiencia brota por todos y cada uno de los temas de este gobierno sin un dejo de contención o mesura. La creciente judicialización de la política ha sido y es un corolario necesario de la manipulación de la verdad.

El autor es sociólogo y analista político.


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