Tras cumplir seis días en condiciones inadecuadas en la línea fronteriza y ante la falta de servicio higiénico para realizar sus necesidades fisiológicas, algunas de las personas que están en Peñas Blancas empezaron a abstenerse de ingerir alimentos.
Mientras tanto, no vislumbran una salida a las exigencias del régimen que deben presentar la prueba de negativa de COVID-19.
El Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más que por segundo día permaneció en el lugar “entrevistó a personas que dijeron que debido a la falta de acceso a servicios higiénicos desde hace varios días decidieron dejar de comer”.
En el sitio solo hay un servicio higiénico al cual tienen acceso solo unas cuatro horas.
Este viernes, el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH), en tanto conoció el caso de una joven que lleva tres días enferma sin que sea atendida debidamente y por la noche incluso sufrió un desmayo.
En un comunicado, el Colectivo expresa que “en el sexto día de esta nefasta medida ya no hay alimentos y las fuerzas físicas son cada vez menores, la espera se ha convertido en un tormento para centenares de personas que lo único que demandan es que les dejen seguir, que les dejen llegar a sus hogares y reunirse con sus familias”, señala el Colectivo.
La triple tragedia de los nicas migrantes
“Los nicaragüenses en la frontera viven en carne propia una triple tragedia: La primera la de haber salido de Nicaragua para buscar las oportunidades que su país les negó, la segunda , la de haber perdido todo debido a la pandemia luego de meses y probablemente años de trabajo en los países de acogida y la tercera la negativa de ingreso a su país del cual salieron, pero del que nunca se desvincularon ni emocional ni económicamente”, señala el Colectivo.
En el lugar no hay puesto médico y los más de 500 nicaragüenses están atrapados entre las fuerzas policiales de Nicaragua y las de Costa Rica, impedidos de avanzar o retroceder si así fuese el caso, o recurrir a un sitio para realizarse la prueba requerida por el régimen para poder ingresar a su país.
“Han sido 144 horas de hambre, sed, sol y lluvia, pero sobre todo de incertidumbre, pues la única respuesta hasta ahora es que deben presentar una prueba de COVID para ingresar a su país”, dice el Colectivo.
¿Retorno seguro?
Pese a que Rosario Murillo Rosario Murillo aseguró en su alocución del medio día a propósito del ingreso de otras 100 personas procedentes de Panamá, que han estado “garantizando el retorno seguro”.
”Habiendo cumplido con todas las medidas sanitarias es importantísimo que todos nuestros hermanos (…) que tienen derecho a regresar a su patria, cumplan con las medidas del MINSA, medidas de protección para toda la familia nicaragüense”, dijo Murillo.
Sin embargo, volvió a guardar silencio a los llamados desesperados efectuado tanto por los nacionales varados en Peñas Blancas desde el pasado fin de semana, como por las organizaciones defensoras de derechos humanos, para que suspenda la exigencia de la prueba de COVID-19.
Tanto el CENIDH como el Colectivo reiteraron su llamado al régimen a adoptar medidas inmediatas con los nicaragüenses varados en Peñas Blancas.
“Les responsabilizamos de cualquier cosa que pase a los nicaragüenses en la frontera”, dijo el CENIDH, que advirtió que con ese requerimiento el régimen expone al contagio y a la muerte a los nacionales al obligarlos a permanecer en la intemperie y en condiciones inadecuadas en la frontera, por lo que se enfrentan no solo a un problema migratorio sino a una crisis humanitaria.
Mientras el Colectivo exigió al régimen a establecer un protocolo de ingreso a los nacionales sin afectar sus derechos humanos, salud e integridad física.