Con la orden Augusto C. Sandino, en su máxima categoría batalla de San Jacinto, Daniel Ortega condecoró a la Policía, que este año fue sancionada por el Departamento del Tesoro, de Estados Unidos, como institución violadora de los derechos humanos.
La orden fue entregada durante el acto por el 41 aniversario de fundación de esa institución al también sancionado jefe de esa institución, Francisco Díaz, consuegro de Ortega y Rosario Murillo.
Según el acuerdo presidencial leído por Murillo, con la orden a esa institución el régimen le reconoce «el heroísmo, la bravura, la nobleza, la dignidad y la eficiencia».
En ese mismo acto, Ortega ascendió al grado de comisionado general a siete comisionados mayores, y varios de ellos reconocidos por la forma cruel con que han reprimido a la población desde sus puestos donde han estado designados en los últimos dos años, como Fidel Domínguez, en León y Pedro Rodríguez Arqueta,en Carazo, o Juan Valle Valle, jefe de patrullas de Managua y también sancionado por Estados Unidos, en marzo pasado.
Los otros ascendidos fueron Carlota del Socorro Espinoza, Yuri Valle, Clifford Albetrto Tijerino y Julio Sánchez.
Ortega dice que Policía es respetada
Según Ortega, en el país una mayoría de la población respeta a esa institución en la lucha por la paz, con lo cual pretende desconocer el desprestigio a la que llevó a esa institución al haber sido utilizada como el aparato de represión y violación de derechos humanos desde abril de 2018.

Y una vez, más Ortega justificó que «lógicamente» la Policía está para enfrentar a los que agreden a la población de una y otra forma «¿Para qué? Para garantizar la paz a la población, el Ejército está preparado para garantizar la soberanía y contra aquellos quieran atentar contra la autodeterminación». Igualmente volvió a recordar los orígenes de la Policía Sandinista.
De forma irónica, Ortega habló de un «mensaje de la paz», mientras en distintos puntos del país la Policía mantiene el asedio constante contra la población que disiente a su régimen y hasta se atrevió a repetir parte de la oración de San Francisco de Asís.
«En una situación como esta se necesita paz y estabilidad, que permitan que el país logre caminar (…) que logremos desarrollar actividades productivas (…), que se logre la educación», dijo Ortega en un momento de su alocución.
Y como ha sucedido en múltiples ocasiones ignoró las demandas de la población y las interpretó a conveniencia, al asegurar que hay sectores que no quieren la paz, «que no quieren entender que los ciclos ya se cerraron, una gente que está aferrada a una mentalidad totalmente conservadora, se quedaron en el pasado y quieren reeditar las luchas del pasado; eso no es posible, más bien se convierte en un factor de estar sembrando inestabilidad en la población».
Rosario Murillo, en la alocución que hace al final de todo acto público, desde los medios oficialistas, fue más allá, al sostener que «los puchos» son los que tienen odio en su corazón.
Pandemia no termina
Igualmente, Ortega continuó con la utilización de la pandemia de COVID -19, para referirse a que se debe instaurar un nuevo modelo económico que priorice la equidad para todos y con la creación de condiciones de salud para la población. Y utilizó a otros países, sobre todos los desarrollados, para ejemplificar que la pandemia aún no finaliza. Pero calla para informar sobre la situación en Nicaragua.
Una vez más, hizo referencia a las vacunas que estaban en fase de prueba en los laboratorios y donde aseguró demostraron el riesgo a que el vacunado contraiga el virus como ha empezado a suceder.
De forma contradictoria Ortega aseguró que la pandemia no ha sido superada, pero reconoce que han promovido el turismo a lo interno en lo que ha llamado «Conozcamos Nicaragua».
También habló de algunos vuelos donde han regresado unos mil nicaragüenses y otros han dejado el país. Y aunque en un inicio de la pandemia se resistía a ordenar el cierre de las fronteras, ahora Ortega dice que no hay vuelos, «porque sería abrir la puerta y que se multiplique el virus».
También justificó la exigencia de la prueba de COVID-19 para los nacionales que han regresado al país, cuando dijo que ya regresaron «de forma ordenada» todos los nicaragüenses que estaban en Panamá.
Y que «ahora hay que pasar desde los certificados que piden que ya se hizo el examen y que van con la prueba que no tiene el virus, a cualquier viajero aún del mismo país». Pero una vez más evitó hablar de los 150 dólares que cobran por la prueba.