En Nicaragua hay más de 120 presos políticos

Sus madres sufren por ellos y también porque son vigiladas en sus casas constantemente por la Policía. Incluso en días feriados

Este es un pequeño diario reconstruido con el relato de tres de ellas.

La cárcel de las madres de abril

Estela Rodríguez, Claudia Arana y Martha Ubilla narran las presiones ejercidas por las autoridades policiales, que encarcelan a opositores y persiguen a sus familiares por cuestionar al régimen de Daniel Ortega. Estela Rodríguez Claudia Arana Martha Ubilla

Estela Rodríguez

Estela Rodríguez es la madre de Edward Lacayo conocido en Masaya como «La Loba Feroz», quien se encuentra preso desde hace dos años en la cárcel Modelo, acusado de tráfico de drogas. Ella lo considera un preso político. Desde la detención, el calvario ha sido doloroso para esta familia.

Estela Rodríguez madre de «la Loba Feroz».

Edward Lacayo cuando fue presentado por la Policía Nacional.

Estela Rodríguez, madre de «la Loba Feroz»

Por Nelson Rodríguez, Freddy Ríos y David Quintana

A las seis de la tarde el lunes siete de diciembre de 2020 se escuchan cohetes y se observan altares en honor a la virgen María en algunas casas de Masaya, una de las ciudades que fue castigada durante la represión de 2018 en Nicaragua. La gente sale a cantar y recibe obsequios—dulces, granos básicos– en la Gritería, una de las tradiciones católicas más conocidas del país centroamericano en todo el mundo.

Estela Rodríguez, una viuda de 67 años de edad, es madre del preso político Edward Lacayo de 46 años.  Está en cama en su casa en el barrio Monimbó de Masaya, acompañada de su hija Karen Lacayo. No pudieron salir ni a la acera de su vivienda, debido a la presencia policial que las asedia desde que su pariente fue apresado.

En el hogar de Estela, solo hay una foto en una pequeña mesa de la sala, donde aparece ella y su hijo Edward, a quien sus amigos le decían La Loba Feroz por su valentía y agilidad en las protestas de 2018, incluso había convertido su casa en un puesto médico clandestino.

Edward Lacayo «La Loba»

Edward fue detenido en el Ostional, Rivas, cerca de la frontera con Costa Rica, el 15 de marzo de 2019, cuando pretendía buscar refugio por persecución estatal, pero fue acusado de narcotráfico, lo cual su madre niega y señala que todo fue por participar en las protestas antigubernamentales que fueron reprimidas por el gobierno hace tres años.

El 20 de agosto de 2019, Lacayo fue condenado a 15 años de cárcel por el delito de tráfico de estupefacientes; un proceso en que se cometieron irregularidades, según su abogado defensor Julio Montenegro que van desde negarle la presencia de testigos a su favor y eliminarle las pruebas que lo beneficiaban, mientras a la parte acusadora le aceptaron como prueba un vídeo en que cantaba el himno nacional, “lo cual no constituye delito”.

En los últimos dos años, las madres nicaragüenses han sido víctimas también de la violencia del gobierno. El caso de Rodríguez es uno. El 30 de mayo de 2018, el mismo día de las madres, cuando miles de ciudadanos salieron a las calles para protestar en solidaridad con las mujeres que habían perdido a 63 hijos en los primeros días de protestas antigubernamentales, los opositores sufrieron otro ataque. Mataron a 16 personas y otras 100 resultaron lesionadas.  Hasta diciembre de 2020, los medios de comunicación locales reportaron también el fallecimiento de cinco madres mientras sus hijos estaban encarcelados.

El Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, formado por defensores nicaragüenses radicados en Costa Rica, registró hasta diciembre pasado, al menos 80 personas opositoras incluyendo madres de presos políticos retenidas en sus casas por el asedio policial, únicamente por ejercer sus derechos y demandar la libertad de sus hijos, sostuvo el abogado Braulio Abarca, miembro de esa organización, que se encuentra radicada en Costa Rica. Aunque Abarca no precisó cantidad de madres asediadas.

Un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos CIDH, publicado en diciembre de 2020, reconoció la existencia de 80 detenidos en la actualidad y un recuento de 1614 privados de libertad desde 2018 hasta octubre de 2020. El documento señala que estas personas han sufrido hacinamiento, maltrato físico, tratos crueles, detenciones arbitrarias, no se les informó la causa de la detención, no fueron puestas a la orden de las autoridades judiciales en el plazo de las 48 horas establecidas por la ley, entre otros abusos a sus derechos humanos. La cifra, sin embargo, de presos políticos suma 125 a inicios de marzo.

Una alianza periodística de Boletín Ecológico, IP Nicaragua y Obrera de la Tecla documenta el asedio a las viviendas de tres madres de presos políticos desde diciembre de 2020.

“Yo vivo presa política encerrada en mi propia casa, es cierto que no estoy en una celda, pero estoy encerrada en mi casa. Yo no puedo salir libremente porque ya me siguen o paramilitares o me siguen los policías, aunque no me detienen, me vigilan cada paso que doy”, dice Martha del Socorro Ubilla, unade las madres entrevistadas para este reportaje. 

» Mi familia no tiene paz, ni tranquilidad, la Policía nos ha robado la paz».

— Karen Lacayo.

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Asedio de policías en la casa de Estela Rodríguez

Patrullas y paramilitares: el equipo de la represión

Masaya, al oriente del país. Karen Lacayo, la hija mayor de Estela Rodríguez, ha dejado su vivienda y se ha trasladado para acompañar a su madre. La ha seguido su esposo y su niño. La salud de la progenitora se ha empeorado. La diabetes que padece se le está agravando y debe tomar sus pastillas para controlarse

La vida para ella no ha sido fácil. Tuvo dos hijos, uno de ellos ahora encarcelado. Su esposo fue asesinado en la guerra durante 1979, cuando Edward tenía cinco años. Desde esa fecha ha trabajado sola para mantenerlos. Han vivido en Monimbó, donde tenían un molino como medio de trabajo, el cual ahora está cerrado. En ese mismo local, Edward también tenía un taller de hojalatería. Allí fabricaba sillas de metal, faroles y ventiladores para cocina. Este barrio ha sido la cuna de la resistencia de los opositores: en 1979 contra la dictadura de Anastasio Somoza y en 2018 versus Daniel Ortega.

La casa de Estela es constantemente vigilada por policías y en ocasiones civiles armados, que ella señala como paramilitares, se estacionan frente a la vivienda. El asedio les causa temor de salir y además provoca que el azúcar se le suba a la madre.

La hija narró a través de un video que la Policía cumplía una semana entera de estarla asediando diariamente el jueves 09 de diciembre. Ese día no las dejaron salir de la casa, cuando pretendían abordar un taxi para ir a ver a un médico, las obligaron a regresar.

En solo una semana de monitoreo en contra de esta familia, la Policía cubriendo el salario de los seis oficiales que llegaron al frente de la casa, el gasto del combustible, pagando en comunicaciones y alimentos. 

La hija de Estela, Karen Lacayo, documentó distintas fechas de diciembre de 2020 para exponer las violaciones a los derechos humanos que se comete en contra de ellas. A su criterio solo por ser la familia del preso político Edward Lacayo. Estos son los detalles pormenorizados del hostigamiento, incluso en días feriados.

22 de diciembre de 2020

Faltan dos días para Navidad y ella cuenta:

Desde que detuvieron a mi hermano, mi mamá, mi esposo y mi niño, vivimos una pesadilla interminable, la Policía y los paramilitares no nos dejan en paz. Mi mamá es la más afectada, ella se pone caliente el cuerpo porque se le sube la presión, cada vez que escucha el ruido de un vehículo se imagina que viene la Policía y efectivamente así es, no hay día que la Policía no venga a esta casa, a veces solo pasan rondando, pero la mayoría de veces se parquean enfrente o a media cuadra y se quedan hasta por dos o tres  horas.

Hoy es martes 22 de diciembre desde temprano están allí en frente. Hay una patrulla con varios policías, no sé cuántos. No podemos ni salir al mercado porque nos siguen, nos vigilan cada paso que damos, aunque a veces me tengo que arriesgar para ir hacer mis compras.

Es de noche la Policía ha pasado varias horas allí, viendo que hacemos y aún siguen, yo no sé qué es lo que quieren, están violentando mis derechos como toda ciudadana de caminar libremente, de salir libre de mi casa, me tienen secuestrada, presa en mi propia casa.

22 de diciembre de 2020

24 de diciembre de 2020

Adiós cena navideña

Mi mamá se siente con nervios de nuevo, le toqué las manos y está sudando, está helada, de seguro se le bajó la presión, a pesar de que es 24, un día en que todo mundo debería estar en su casa preparándose para la cena, mi familia no tiene paz, ni tranquilidad, la Policía nos ha robado la paz desde hace más un año, que barbaridad, por qué tanto odio.

Son las seis de la tarde y yo le quiero preparar una cena a mi familia, especialmente a mi madre que sigue enferma, pero que va, ya acaba de pasar la patrulla, al rato se vienen a parquear y mi mamá ya los vio. Con eso tiene de nuevo para enfermarse y yo también me pongo nerviosa, porque la Policía casi siempre pasa de dos a tres veces por día y hasta se parquean por más de dos horas en la calle.

24 de diciembre de 2020

31 de diciembre de 2020.

Feliz año nuevo por WhatsApp

La Policía pasa diario por la calle donde vive Estela con Karen, se parquearon en diciembre eventualmente de dos a tres veces por semana, también dos paramilitares pasan por la cuadra cuando no lo hace la Policía.

Karen continúa contando lo sucedido el 31 de diciembre de 2020.

-Es jueves 31, último día del año, temprano pude hacer algunas compras en el mercado para traer a la casa y más tarde hacer una comida para mi mamá, mi esposo y mi niño, aunque creo que estaremos solas, mi esposo se llevará el niño a otro lado, porque aquí es peligroso, ya nadie de la familia ni los amigos nos visitan.

Ya es de noche, las patrullas pasaron, aunque no se quedaron enfrente, en cualquier momento regresan, nunca se sabe. Vamos a comer temprano para luego tratar de descansar, es mejor cerrar las ventanas para no verlos.

Me han entrado varios mensajes al WhatsApp, son saludos de algunos familiares, preguntando de mi mamá, otros con mensajes de voz, deseándonos un feliz año nuevo, por temor nadie nos visita debido a la presencia de la policía, la gente ya no viene a mi casa, porque cuando venían la Policía les tomaba fotos, se miraba que anotaban en el celular y cuando salían les pedían identificación y los amenazaban, así nos corrieron a las visitas.

En otros años la pasamos todos juntos con Edward y con otros familiares que venían a vernos, siempre hacíamos una cena de despedida de año con algo de música, a veces hasta con marimba, aun con los problemas que uno pueda tener siempre estas fechas eran alegres, pero ahora es distinto.

 

31 de diciembre de 2020.

Casa de Estela Rodríguez. Masaya 08 de diciembre del 2020

Karen Lacayo narra sobre la salud de su mamá Estela Rodríguez quien estaba en cama en su casa, sin poder salir a buscar atención médica. Masaya 10 de diciembre 2020.

“Desde que detuvieron a mi hermano, mi mamá, mi esposo y mi niño, vivimos una pesadilla interminable, la Policía y los paramilitares no nos dejan en paz”.

— Karen Lacayo.

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Claudia Arana

Claudia Arana Garay es madre de tres jóvenes presos políticos y ha sufrido de hostigamiento policial. Esta madre soltera, sobrevive trabajando de lavado y planchado, sus hijos Ángel Sebastián (18 años), Richard de Jesús (20) y Adrián Alexander (23 años), de apellidos Martínez Arana son presos políticos. Los tres estuvieron presos en 2018 por participar en las protestas, fueron liberados en 2019 y recapturados en 2020.

Adrián Martínez Arana en su dormitorio en casa de habitación.

Sebastián Arana en proceso de juicio junto a otros presos políticos.

Claudia Arana junto a sus tres hijos presos políticos, Adrián, Richard y Sebastián.

Claudia Arana, madre de tres presos políticos

Todos sus hijos encarcelados

Claudia Arana Garay es la madre de tres jóvenes presos políticos y sufre de hostigamiento policial constantemente.

Claudia es madre soltera, sobrevive trabajando de lavado y planchado, también vende ropa cuando puede para conseguir más dinero, debido a que sus hijos Ángel Sebastián (18 años), Richard de Jesús (20) y Adrián Alexander (23 años), de apellidos Martínez Arana están en la cárcel. Los tres estuvieron presos en 2018 por participar en las protestas, fueron liberados en 2019 y recapturados en 2020. Llevan 11 meses de cárcel.

Aunque está clara de su situación, ella misma dice que otras mujeres asediadas están peor que ella, porque en su caso solo la llegan a vigilar en ocasiones cuando ven más de tres personas, ya sean amigas o familiares que la visitan.  Estos son los detalles del hostigamiento del que es víctima.

Desde que se los llevaron (presos), vivo enferma. He perdido más de diez libras. Me ha hecho bastante daño a mi salud física y mental».

— Claudia Arana

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Doña Claudia muy afectada emocionalmente narra lo que le ha tocado vivir como madre de tres jóvenes presos políticos. 23 de enero de 2021.

09 de diciembre de 2020

Asediada, a pesar de estar enferma

-Me siento muy enferma, con tos seca, calentura y gripe, tengo todos los síntomas del Covid-19, pero no puedo ir al hospital, la Policía me vigila desde que detuvieron a mis hijos, pero Dios es grande y me ayudara por mis hijos, porque ellos no tienen a nadie más que a mí. Desde que se los llevaron vivo enferma, he perdido más de diez libras, ahora sufro mucho, porque verme en mi casa sola sin mis hijos, me ha hecho bastante daño a mi salud física y mental, porque casi a diario los lloro.

Gracias a Dios hoy no vi a la Policía rondando, pude ir donde mi madre, ella cómo puede me ayuda, me consiguió un medicamento y unos remedios caseros, también me dio comida para traer a mi casa, ojala no le haya pasado el virus.

Ya es de tarde, me dio un poco de calentura y un ataque de tos, pero Dios es grande y me voy a curar.

Mejor llamo al número que me dieron de un médico que atiende por celular y orienta a los pacientes con Covid. Le mandaré un audio, tal vez me responde, para ver qué me dice del medicamento.

Doctor disculpe que le mande este mensaje, pero me siento un poco cansada y tengo tos, creo que es Covid-19, mi mamá me dio unas azitromicinas, me las estoy tomando, pero, ¿qué más debo hacer?

El médico me contestó: lo primero que debe hacer es tratar de no salir, no se exponga, le recetaré algunas medicinas que debe mandar a comprar y por favor no se auto medique. Le voy hacer unas preguntas…

09 de diciembre de 2020

24 de diciembre de 2020

Regalo para las nietas

-Ya me siento mejor, creo que gracia a Dios, el virus no me dio muy fuerte. Con las orientaciones del médico y los remedios caseros que me dio mi mamá, me siento recuperada, creo que la fuerza de seguir viva me la dan mis hijos a los que quiero ver libres algún día no muy lejano, y gracias a Dios no le pasé el virus a mi mamá y espero no habérselo pasado a otras personas. 

Aunque es jueves 24, para mí es un día normal, como cualquier otro, hoy fui a lavar y planchar a una casa, porque me he sentido mejor. Creo que el Covid no se me desarrolló con fuerza, gracias a Dios. Hoy me pagaron también otros dos días de la semana pasada que vine medio enferma, con esos tres días ya son 600 córdobas. No sé por qué hoy que me pagaron, me acorde del papá de mis hijos que no lo veo hace tiempo.

El papá de mis hijos se fue con otra mujer desde hace más de cinco años, cuando todavía ellos estaban adolescentes. Él ya hizo su vida, cada quien, por su lado, ni los ve, ni los oye, ni le interesa, porque no me llama, nunca ha ido a la cárcel a verlos y pues tampoco yo me humillo a buscarlo o llamarlo y decirle lo que está pasando. Mis hijos tampoco me preguntan por él, cuando los visito ellos me dicen que yo soy madre y padre a la vez.

Pero no quiero que mis tres nietas piensen eso de su padre, mi hijo no les ha podido dar lo que necesitan por estar preso. Iré al mercado mañana y les compraré un cariñito a las niñas en nombre de mi hijo Adrián, para irlas a ver mañana, de seguro las niñas esperan hoy su regalo, pero me siento cansada y hay mucho tráfico y peligro hoy en las calles, mejor mañana.

Yo busco cómo ayudarles a mis nietas ahí en lo que puedo, de los 200 córdobas que gano al día que me buscan para lavar y planchar, más lo que a veces me ayudan para mi hijo, entre veces yo agarro y les llevó a las niñas, porque también ellas necesitan. Las niñas están solas con su madre. (206 córdobas al día es el salario mínimo para el sector servicio en Nicaragua, para un total al mes de 6,189 córdobas, aunque la canasta básica con 53 productos cuesta 15 mil córdobas según el Instituto Nacional de Información de Desarrollo).

24 de diciembre de 2020

31 de diciembre de 2020.

La pesadilla continúa

-Es el último día del año y la pesadilla sigue. No tengo nada que celebrar, me faltan mis hijos en la casa, ellos me dan la alegría necesaria. Es un gran sufrimiento no tenerlos libres y celebrando conmigo en estas fechas, tengo algo para hacer la cena de despedida de año, pero de que me sirve sola para mí, no tengo ánimos de hacer nada de comida por hoy. Y la visita me toca hasta la otra semana.

Ya son las 6 de la tarde y para colmo las patrullas de la Policía pasan rondando mi   casa. La gente me dice que es por mis hijos, porque quieren tenerme controlada, no entiendo qué buscan ya los tienen presos a los tres, qué más quieren.

El otro día les reclamé y un policía me dijo que ellos llegan donde les da la gana, porque ese es su trabajo, pero una cosa es patrullar y otra es asediar, porque se les nota que lo hacen para provocarme, además aquí no hay ningún peligro, no deberían estar aquí, deberían andar detrás de los ladrones en los buses o adentro de los barrios donde hay borrachos, cerca de las cantinas.

Hoy es uno de esos días en que ando desanimada, menos mal que mi mamá me ayuda, me da mi comida, hoy me regaló para llevarle algo a mis hijos cuando vaya a la visita, porque no tenía, entonces ella me dio ahí unas cositas que llevarles. Yo sólo tengo un hermano que me apoya a veces.

Ya son las nueve de la noche, una cena de despedida de año y solita no tiene sentido, comeré temprano y cerraré mis puertas, dice la vecina que ya vio pasar de nuevo a las patrullas, ni modo, no puedo hacer nada. Es una pesadilla de nunca acabar.

En otros años este día para mí era muy alegre, me reunía con mis tres hijos, mi nuera y mis tres nietas a despedir el año viejo y a celebrar el nuevo. Esta vez no hay nada de eso.

31 de diciembre de 2020.

“Es el último día del año y la pesadilla sigue. No tengo nada que celebrar, me faltan mis hijos en la casa, ellos me dan la alegría necesaria. Es un gran sufrimiento no tenerlos libres y celebrando conmigo en estas fechas, tengo algo para hacer la cena de despedida de año, pero de que me sirve sola para mí, no tengo ánimos de hacer nada de comida por hoy”.

— Claudia Arana

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Martha Ubilla

Martha del Socorro Ubilla estuvo presa durante nueve meses en 2018 con su hijo Marvin Castellón por razones políticas y salió gracias a una ley de amnistía.  El joven, sin embargo, fue recapturado el 23 de marzo de 2020 y ahi inició otro capítulo de su calvario

Preso político Marvin Castellón Ubilla.

Martha Ubilla abrazando a su hijo preso político Marvin Castellón Ubilla.

Marvin Castellón Ubilla en sus primeros años de vida.

Asedio de policías frente a la vivienda de Martha Ubilla.

Excarcelada pide la libertad de su hijo

Tiene 60 años de edad, es madre soltera, vive en el barrio Raúl Cerna, ubicado en carretera vieja a León. Martha del Socorro Ubilla se gana la vida como trabajadora del hogar y actualmente se encuentra desempleada, estuvo presa durante nueve meses en 2018, el mismo tiempo que su hijo Marvin Castellón de 23 años. La familia documentó en un vídeo el momento tenso cuando el muchacho fue detenido por agentes policiales en su casa.

Martha también decidió exponer sus vivencias en algunos días de diciembre de 2020. De acuerdo con su testimonio, es víctima de asedio esporádico de parte de la Policía, aunque señala que siente vigilada de una u otra manera hasta por algunas personas del barrio.

Momento de la detención de Marvin Castellón Ubilla, preso político hijo de la señora Martha Ubilla. 27 de marzo de 2020

«No puedo salir libremente, porque me siguen paramilitares o policías, me vigilan cada paso que doy»

— Martha Ubilla

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08 de diciembre de 2020

La petición a la virgen

Es el día de la Conchita, la inmaculada Concepción de María, me invitaron al Rosario, donde la vecina, pero no podré ir, le pediré hoy a la Virgen que mejore mi salud ya que siempre le rezo en silencio en mi casa, antes yo celebraba La Purísima, pero ahora no puedo. Voy a limpiar la casa y hacer algo de comida.

Me siento mal, estoy padeciendo de problemas en el corazón y la presión se me sube junto con el azúcar, sobre todo cuando pienso en lo duro que es la cárcel y que mi hijo sigue allá sufriendo injustamente. Hoy que veo mucha gente reunida con sus hijos en sus casas celebrando la Purísima, me hace falta Marvin, él me ayudaba con mis hijas a celebrar la Purísima, a arreglar el altar y a repartir las cosas.

El día se pasa rápido, ya es de noche, son casi las siete, ni pude salir, creo que lo haré mañana, tengo que ir a comprar unas cosas y a visitar unas amistades, ojalá no me persigan los paramilitares.

En estas horas es cuando más me acuerdo de mi hijo, sobre todo cuando veo en el cuarto la imagen de la virgen María. Cómo la estara pasando allá adentro de la cárcel, sin poder salir, sin comer bien, y para rematar, parece que allá viene una patrulla, mejor me alejo de la puerta, los hombres esos, están viendo para acá adentro.

Mejor voy a cerrar y voy a ver televisión. Tendrán que aburrirse y que se vayan.

08 de diciembre de 2020

23 de diciembre de 2020

Recordando la detención de Marvin

Hoy me siento mal de nuevo. Esta mañana me estoy acordando que se cumplen diez meses de que la Policía vino a la casa, que entraron a la fuerza y sacaron a mi hijo como a un ladrón a empujones. Realmente pensé que esa pesadilla iba acabar pronto, pero el tiempo sigue avanzando, ya casi un año y sigo en las mismas. Dios quiera que Marvin vuelva pronto a la casa. 

Allí se oye una patrulla, seguro vienen de nuevo a ver si estoy acompañada, ellos se imaginan cosas, ni me puedo reunir con algunas amistades o familiares, porque ya nos asedian, creen que planeamos alguna protesta Azul y Blanco y con todo razón la haría, pero no quiero que después la agarren contra mi pobre hijo, hasta flaco me lo tienen, la última vez que fui a visitarlo lo miré como que ha bajado hasta 20 libras. Que Diosito me lo proteja.

Como a esta hora a las 8 de la mañana del 23 de marzo vinieron unos hombres vestidos de civil a mi casa, me acuerdo que llegaron de forma amistosa preguntando por el papá de mi hijo, mi ex pareja. Me acuerdo que ese día fue mi hijo que inocentemente los atendió, esa plática no se me olvida, yo estaba en la cocina y oí todo.

“–Buscamos a tu papá

— No– dijo mi hijo– Mi papá no vive aquí.

Le pidieron un número de teléfono a él, porque le propusieron trabajar entregando a los chavalos Azules y Blancos (opositores), a todos los líderes que conociera, yo digo que para ir a matar. Entonces, mi hijo se negó, les dijo que ese tipo de trabajo de sapo o de soplón no lo haría. Yo creo que a ellos eso les dolió que mi hijo les dijera no hacerlo.

Más tarde al mediodía vino una patrulla llena de policías, se bajaron como locos y entraron casi corriendo a la casa sin ni siquiera dar las buenas tardes, algunos de ellos sin capuchas y otros encapuchados que estaban en las patrullas. Yo les salí al frente y les pregunté qué querían en mi casa, la cual es bien sencilla, muy humilde, el piso es de tierra y tenemos un cerco de alambres, hasta los perros se alborotaron cuando los policías se metieron, y solo me dijeron entréganos a Marvin que va de viaje con nosotros. Eso jamás, les dije, pero mi hijo estaba cerca en el cuarto en short y en chinelas escuchando música cuando inmediatamente entraron y lo sacaron a empujones. Yo les gritaba que lo soltaran que no era ningún delincuente, pero ni caso me hicieron, me dejaron un solo desorden, todas mis cosas dentro de mi casita patas para arriba.

Hoy siento un profundo vacío, debido a la ausencia de mi hijo. Mi hijo me está haciendo mucha falta hoy, porque siempre ha estado conmigo, no se separaba de mí.

23 de diciembre de 2020

31 de diciembre de 2020

Humillada en La Modelo

Hoy 31 me alisté temprano para ir a visitar a mi hijo a La Modelo. Nos habían dicho que los podíamos ver por ser el último día del año, pero fui de balde (en vano). Yo visito a mi hijo dos veces al mes.

Ya estoy de regreso en la casa, gracias a Dios hoy no he visto a la Policía, pero me siento con la mayor desilusión ya que no pude ver a mi hijo, esperé más de 3 horas sin poderlo ver, y lo peor es que este mes hubo indultos, nos decían que estuviéramos atentas que iban a salir muchos presos, pero que va, solo salieron delincuentes, mi hijo nada.

He sido víctima de grandes humillaciones, tanto de gente allegada al gobierno como de la Policía sandinista y la Policía del sistema, por ser madre de un preso político nos tratan mal, nos dejan de último y nos miran como animales.

Yo vivo presa política encerrada en mi propia casa, es cierto que no estoy en una celda, pero estoy encerrada en mi casa. Yo no puedo salir libremente porque ya me siguen o paramilitares o me siguen los policías, aunque no me detienen, me vigilan cada paso que doy.

Al comienzo de que mi hijo cayó preso, venían dos patrullas,  una  se parqueaba en la  esquina de la otra manzana y  la segunda patrulla por delante de mi casa, además los paramilitares qué están haciendo como que están cobrando, ofreciendo, pero son paramilitares.

Esos me han seguido inclusive hasta haciendo compras de mis verduras en el mercado. Ni la Purísima pude gritar el 7 porqué capaz ellos mismos se vienen a meter los paramilitares y me asaltaban en mi propia casa.

Son como cuatro veces a la semana que vienen los policías, pero el asedio civil la persecución es permanente. Producto de eso, he estado completamente nerviosa, me siento cada vez peor de salud.

31 de diciembre de 2020

01 de enero de 2021

Las torturas marcan la vida

Hoy que comienza el año, me siento igual de mal, con mi pensamiento en las celdas, aunque hoy no he visto patrullas ni paramilitares, seguro que, si salgo, ya van estar allí, pero lo que siempre me preocupa es cómo estará mi hijo.

En 2018 cuando me llevaron al Chipote junto a mí hijo fui víctima de insultos y apretones en las manos con las esposas, también fui testigo de los golpes y torturas psicológica que le dieron a mi hijo, cuando le gritaban y le ponían la pistola en la cabeza, eso nunca lo voy a olvidar y eso me sigue preocupando.

Mi hijo bien sabe cómo yo me expongo y me voy a exponer hasta verlo libre, no sólo a mi hijo, sino a todos los presos políticos y presas que hay, porque yo fui también encarcelada y se lo que es, estar ahí en esas mazmorras, en donde yo sufrí vejámenes, que ni mis comidas entraban, ni botella de agua, ni mis medicamentos.

Estoy esperando en Dios– sólo en Dios– confío en él. Qué mi hijo va a salir, junto a la par de los otros muchachos que están allá.

“He quedado sola, mis hijas no me visitan por miedo de entrar a la casa y ya no poder salir por la Policía o los paramilitares. No le trabajo a nadie, pero me regalan una tarjeta para comprar comida, con la que medio resuelvo.

A veces llamo a personas, amistades a pedirles y me ayudan con 50 con unos 100 pesos. Pero no todo el tiempo porque me da pena. Un trabajito no puedo tener porque un día amanezco asediada y ya no salgo por temor.

El papá de mi hijo es excarcelado político también. Seguro por eso a él lo buscaba la Policía en mi casa. Él nunca ha vivido con nosotros, pero de vez en cuando visitaba a mi hijo. Ahora está fuera del país se tuvo que ir, está exiliado porque el asedio era constante en su casa. Vendió una casa para que no lo asediaran y dieron con él a donde él estaba. En fin, no he tenido una despedida de año como quería, ni creo tampoco tener un año nuevo feliz con mi hijo, es un calvario.

 

Le quiero decir que el gobierno dice que nosotros las madres sí andamos jodiendo, sí vamos a joder y a joder, hasta que nuestros presos estén libres, verlos en nuestras casas. Además, pido y seguiré pidiéndole al señor que le dé sabiduría a este gobierno tan duro que tiene su corazón de que nos entreguen a nuestros hijos, porque ya no soportamos nosotras las madres estar sin ellos.

01 de enero de 2021

Una adolescente, familiar de la señora Martha Ubilla, denuncia asedio por parte de policías quienes ingresaron a la vivienda de la mamá del preso político Marvin Castellón Ubilla. 15 de diciembre de 2020

La señora Martha Ubilla dice que no descansara hasta ver libre a su hijo y demás presos políticos. 2 de febrero de 2021

“Me siento mal, estoy padeciendo de problemas en el corazón y la presión se me sube junto con el azúcar, sobre todo cuando pienso en lo duro que es la cárcel y que mi hijo sigue allá sufriendo injustamente. Hoy que veo mucha gente reunida con sus hijos en sus casas celebrando la Purísima, me hace falta Marvin, él me ayudaba con mis hijas a celebrar la Purísima, a arreglar el altar y a repartir las cosas”.

— Martha Ubilla

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Brenda Gutiérrez, del Comité de Familiares de Presos Políticos reitera la existencia de privados de libertad por razones políticas en Nicaragua. 10 de febrero de 2021.

Tras una historia viene otra​

El 08 de febrero de 2021, la casa del Comité de Familiares de Presos Políticos, que aglutina a 200 madres de excarcelados y de presos, ubicada en una zona céntrica de Managua, fue rodeada por la Policía, cuando llegaron 25 madres de presos políticos para recibir mochilas con útiles escolares para los hijos de sus detenidos.

Brenda Gutiérrez, Coordinadora del Comité, narró lo ocurrido para este reportaje.

-Ya es casi mediodía se escucha ruido de varios vehículos, es la Policía, otra vez viene a asediarnos, voy a ver afuera, mejor no salgo, son al menos tres patrullas, hay policías con dos perros y veo que unas mujeres policías, como cuatro, se pusieron en el portón de salida.

Hemos pasado horas de pánico con las madres, ellas tienen miedo, pero también se quieren ir, no pueden quedarse, sus familias están preocupadas, la Policía sigue allí enfrente y son las 5 de la tarde.

Vamos ir saliendo en grupos de 4 ó 5, las vamos acompañar allí afuera, hemos llamado unos carros de amigos taxistas para que las lleven a las paradas de buses más céntricas, tenemos listos desde adentro un celular para grabar por cualquier cosa.

Dejen pasar a las madres, no están haciendo nada malo, no llevan armas, vean son las mochilas con cuadernos para sus nietos, por qué les toman fotos, ellas no han cometido delitos, váyanse mejor de aquí, le dijo Brenda a los policías.

A las  ocho de la noche, finalmente salen las últimas cinco madres que quedaban, hasta iban temblando de nervios, estuvimos secuestradas por horas, pero los carros particulares que llamamos por teléfono nos ayudaron, no todos los choferes se arriesgan a venir, cuando saben que hay policías en la mera entrada de la casa, porque les toman fotos a ellos y a los vehículos, además les piden todos sus documentos y les quieren inventar multas, aunque solo vengan rápido a traernos, gracias a Dios no paso a más.

La verdad que, aunque no se llevaron a ninguna madre detenida, lo que pasó hoy, nos hace más fuertes, nos dan más argumentos para denunciar las anomalías que estamos sufriendo, nos da unidad, todas nos sentimos unidas en momentos como estos, nos hace estar más pendiente de lo que está sucediendo.  Terminó contando Brenda. 

Inseguridad en Nicaragua

En diciembre de 2020  la Policía dispuso de 14 mil efectivos con más de 3 mil medios de transporte para el plan de seguridad en ese mes. Sin embargo entre el 31 de diciembre de 2020 y el 01 de enero de 2021, recibieron 222 denuncias por diferentes delitos, según reportó la Policía a medios oficialistas.

En el anuario 2019, el más reciente de la Policía, se informa que recibieron 97 mil 648 denuncias por delitos como homicidio, asesinatos, distintos tipos de robo, violaciones y faltas. Por lo que en diferentes partes tanto en 2019 como en 2020, la ciudadanía fue víctima de la inseguridad, mientras una gran cantidad de policías con sus medios de transporte fueron usados para asediar a las madres en diciembre de 2020.

Los familiares de las y los presos políticos y especialmente las madres, sufren daños psicológicos cuando son asediadas por la policía o por civiles, eso les puede provocar miedo, ansiedad, angustia, el terror de no saber qué va a pasar con sus hijos, incluso esa situación los conduce a replantear sus vidas, explicó la psicóloga Alba Rony.

“Algunas madres o familiares cambian de casa, otras se van del país, aunque eso no resuelva de fondo. Lo importante aquí es mantener la calma, hacer ejercicios de respiración, no caer en el pánico, buscar ayuda profesional”, dice la especialista.

Policía la más denunciada en 2020

El informe anual de la Comisión Permanente de Derechos Humanos CPDH, uno de los organismos independientes que aún sobrevive en el país, registra un total de 1,622 denuncias entre el 01 de enero al 30 de noviembre de 2020, en la cual el 48 % de las denunciantes, es decir cinco de cada diez denuncias son interpuestas por mujeres y la institución más denunciada es la Policía Nacional.

Siete de cada 10 denuncias recibidas en la CPDH fueron en contra de la misma institución, a quien señalan de asedio, amenazas,  persecución y abuso de autoridad, en contra de opositores y familias de presos políticos.

La gran cantidad de violaciones a los derechos humanos de las denunciantes se han registrado en Managua, seguido de los departamentos de  Masaya, Matagalpa y Jinotega, indica el informe del organismo de derechos humanos.

Las madres o cualquier familiar de un preso político, goza de todos sus derechos constitucionales, pero al ser acosados por la Policía y al impedirles realizar sus actividades cotidianas o interferir, les violentan una serie de derechos humanos explica la abogada Eilyn Cruz, de la iniciativa jurídica Acción Penal.

Las madres de los presos políticos no están sujetas a ninguna acción penal en su contra por sus hijos o hijas, por lo cual, se les violenta el derecho a la libertad de expresión, a la libertad de movilización, el derecho a la salud si requiere ser atendida por un médico y a tener paz y seguridad en su casa, señala la abogada.

“A la Policía Nacional no le compete bajo ninguna circunstancia ni con su ley orgánica, ni conforme al Código Procesal Penal ni la Constitución, asediar bajo ninguna circunstancia a ningún familiar de ningún preso político llámese padre, esposo, hijos, o sea ellos no tienen ninguna facultad de estar ni persiguiendo ni asediando, porque estas personas no están siendo sujetas, no tienen ninguna acusación en su contra, ni tienen ninguna medida cautelar a cual ellos le estén dando seguimiento”, explica Cruz.

Consultamos mediante un correo enviado a la Oficina de Relaciones públicas de la Policía Nacional, la posibilidad de una entrevista o que respondieran a las denuncias del asedio a las madres de los presos políticos, pero no contestaron el mensaje del correo.

Qué hacer ante el asedio

El Comité de Familiares de Presos Políticos recomienda a las madres levantar las evidencias del asedio y reportarlo al Comité, lo cual permitirá documentar el caso y levantar la denuncia nacional e internacional, así como la denuncia pública ante los medios de comunicación.

La abogada Cruz sostiene que se puede presentar un Recurso de Exhibición Personal ante los Tribunales por el hecho de que la persona se sienta amenazada. También se puede presentar otra denuncia ante el Ministerio Público en contra de la Policía, por los presuntos delitos de abusos de autoridad en sus funciones o por el incumplimiento en sus deberes.

“Estos delitos están tipificados en el Código Penal y para efectos de documentar un caso se podría interponer una denuncia para ver eventualmente si la Fiscalía investiga, aunque dudamos que en la práctica lo van a realizar, pero sí, queda documentada la omisión de parte del órgano acusador”, insiste la abogada.

Sin embargo, pese a que ella explica la ruta de la legalidad, el poder judicial está dominado por militantes del partido de gobierno. Lo mismo pasa con la Policía, cuya actuación fue documentada por Estela Rodríguez, Claudia Arana y Martha Ubilla, las madres de abril que viven su propia cárcel.